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Carta de un lector al periodista Aleaga Pesant

Angel Torrella

VANCOUVER, Canadá, mayo, www.cubanet.org

Sr Aleaga Pesant:

Su artículo (El cardenal dubitativo) refleja fielmente mi imagen de la Iglesia Católica cubana. Cuando aun vivia en Cuba fui alguna que otra vez a la iglesia, pero no encontraba alli la paz espiritual que tanto buscaba. Y eso sucedia por lo mismo que usted, con sus palabras, y yo, con las mías, describiría como la falta total de identificacion de la Iglesia Católica cubana con su pueblo.

Nunca, ni en un solo día de mis 41 anos de vida en Cuba, me sentí representado, protegido, o al menos senti un apice de solidaridad por parte de los jerarcas católicos cubanos. Se supone que por los patrones que me fueron inculcados de niño fuera un catolico practicante, mas no lo soy, por más que mi familia trató, y después de adulto yo lo intentara.

Hoy por hoy, no voy a ninguna iglesia, a pesar de vivir en un pais libre, donde la libertad de culto y credo están garantizadas para todos. Llevo a Dios en mi corazón y en mis momentos de intranquilidad espiritual es a Él a quien le hablo y le pido por mi paz espiritual o la de otros.

Gracias a esos, que se suponia fueran los pastores de este pueblo nuestro, jamás visitaré por fe una iglesia, o haré una confesión. Acá donde vivo, en Canadá, me  horrorizan los pastores, sacerdotes, curas, o cualquier otro calificativo y cualquier iglesia. Cristianos, Adventistas, Pentecostales, Angelicales, Testigos de Jehová, entre otras, hacen sus negocios de la manera más descarada e inescrupulosa. Los católicos no salen de un escándalo para empezar otro más grave. 

Yo y mi familia nos pusimos a buen recaudo. Nada de iglesias o curas, que los evitamos más que al proctólogo o al dentista. Llevamos a Dios en nuestros corazones y eso basta, no quiero "administradores" de mi fe, ni mercaderes del miedo. Porque al final, es eso lo que hacen las iglesias y sus representantes: comerciar con el miedo de las personas. Y encima les cobran.

Usted extrana a Wyszinsky y Wojtyla, aunque no los conoció. Yo como usted, tampoco los conocí y también me hubiera gustado conocerlos, pero no en la iglesia. Preferiría un territorio más neutral, como un parque o una tranquila  cafetería.

Su artículo es muy conmovedor; ojalá conmueva esos corazones tan negros que hoy rigen la Iglesia Católica en Cuba.

¡Viva Cuba Libre de comunismo!

Un abrazo de compatriota,

Angel Torrella





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