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CUBA - “Privilegiar el acceso colectivo” para limitar mejor el acceso individual

Nombre de dominio: .cu
Población: 11 451 652
Internautas: datos no disponibles.
Precio promedio de una hora de conexión en un cibercafé : 1,20 euros para la red nacional, de 4 a 5 euros para la red internacional.
Sueldo promedio: 15 euros.
Número de netciudadanos encarcelados: 0

A pesar de que existen algunas mejoras, el acceso a la Web sigue estando fuera del alcance de la mayoría de la población por su costo y por la lentitud de la conexión. El régimen mantiene una red de dos niveles. Una pequeña comunidad de blogueros, cada vez más dinámica, está ahora en el punto de mira del gobierno.

Algunos progresos

En enero de 2010 el gobierno anunció que Cuba había aumentado su capacidad de conexión a Internet en un 10% durante el mes anterior, gracias a una mejora de la conexión satélite. Si bien la isla mejora sus servicios de telecomunicaciones cualitativamente, no permite su extensión. La estrategia del gobierno es “privilegiar el acceso colectivo”. En realidad, el acceso está reservado a unos cuantos privilegiados.

Raúl Castro suscitó esperanzas de apertura en 2008. Anunció que anularía la prohibición para los cubanos de poseer un ordenador personal e ir a los hoteles turísticos para acceder a la Internet. No obstante, esas nuevas disposiciones no se traducen en un acceso generalizado a la Internet. La prioridad del gobierno sigue siendo el control total de la información. Boris Moreno, ministro de Informática y Comunicaciones, declaró en 2008 que “el uso de Internet [debe servir para] defender la Revolución y los principios en los que cree [Cuba] desde hace años”.

El intranet cubano y sus derivas

Dos redes paralelas coexisten en la isla. La red internacional y un intranet cubano muy controlado que se resume en una enciclopedia, direcciones e-mails que terminan en .cu y sitios de información del gobierno: Granma, etc. Fuera de los hoteles, sólo unos cuantos privilegiados disponen de una autorización especial y pueden conectarse a la red internacional. Ésta, también paga las consecuencias de la censura, que apunta principalmente a las publicaciones de los disidentes en sitios extranjeros.

El régimen no tiene los medios suficientes para establecer un sistema de filtrado sistemático como China, pero sí cuenta con medios para limitar el acceso a la Internet: el costo exorbitante de las conexiones –alrededor de 1,5 dólares la hora desde los puntos de acceso al intranet controlados por el Estado y de 7 dólares la hora en un hotel para tener acceso a la red internacional, cuando el sueldo mensual es de 20 dólares– y los problemas de infraestructura, en particular la lentitud de las conexiones. Estos obstáculos restringen el número de internautas, así como el tiempo que estos pasan en línea. La mayoría de los internautas se contentan con leer sus e-mails y contestar. No tienen tiempo para navegar y “gandulear” en línea.

Un auténtico mercado negro ha prosperado, éste ofrece volver a comprar o “alquilar” contraseñas y códigos de algunos individuos y sociedades que recibieron el permiso del partido para acceder a la Internet. Navegar cuesta 50 dólares al mes y enviar o recibir un e-mail, 1 dólar. Los utilizadores ilegales deben conectarse preferentemente de noche.

Las llaves USB, samizdat de la Web

Entre los más de 150 blogs cubanos que existen, unos veinte se centran en la información y los comentarios de la vida local. Incluso la Iglesia católica ha creado un blog. La mayoría de los blogueros no se ha politizado y firma con su verdadero nombre, se distancia del gobierno y de los movimientos disidentes en la isla o fuera de ésta, se concentra en las preocupaciones diarias de los cubanos y llena de esta manera un vacío existente en los medios de comunicación del Estado bajo el mando del régimen y se contenta con alabar al Consultante. Los blogueros evitan las embajadas extranjeras y sus puntos de acceso a la Internet para que no se les tache de agentes para países extranjeros. Todo esto explica en parte por qué a primera vista el régimen los ha dejado tranquilos.

Estos blogueros no pueden acceder directamente a sus propios sitios, que no están alojados en la isla. Están obligados a hacer publicar sus artículos y posts a través de amigos en el extranjero. Para ello, preparan con antelación los textos, los copian en una llave USB y los mandan por e-mail desde un hotel. Las llaves USB, que pasan de mano en mano, se han convertido en Cuba en vectores de la libertad de expresión, en las samizdats locales.

La respuesta del régimen

A lo largo de estos últimos meses, las autoridades empezaron a ver mal tal difusión de información, que escapa de su control, y a sentirse celosos de la creciente popularidad de algunos blogueros, como Yoani Sánchez, de Generación Y. Designada en 2008 por Time Magazine como una de las 100 personas más influyentes del año, fue objeto de una auténtica campaña de difamación en la isla. Acusada de ser una mercenaria al servicio del extranjero, su nombre fue manchado por los medios de comunicación del Estado. El pasado 6 de noviembre, la policía política maltrató a Yoani Sánchez y al bloguero Orlando Luis Pardo en vísperas de una manifestación. Un tercer bloguero, Luis Felipe Rojas, fue detenido dos veces en diciembre de 2009 y fue objeto de un arresto domiciliario.

Un estudiante, Darío Alejandro Escobar, fue expulsado de la Universidad de La Habana en enero de 2010 por haber creado un grupo “polémico” en la red social Facebook. El grupo en cuestión contenía el resumen de una reunión de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) (http://www.facebook.com/group.php?v=wall&gid=93444203329).

Las autoridades intentan ocupar un terreno que habían ignorado hasta ahora: una asociación oficial de blogueros cubanos ha salido a la luz. Muchas sospechas pesan sobre las posibles relaciones entre el gobierno cubano y los hackers que agreden a los sitios y blogs cubanos alojados en el extranjero.

El arsenal jurídico contra las críticas en línea sigue siendo particularmente represivo. Los internautas cubanos pueden ser condenados a veinte años de prisión si publican un artículo considerado “contrarrevolucionario” en un sitio Web alojado en el extranjero, y a cinco años si se conectan a la red internacional de manera ilegal.

El régimen cubano acusa al embargo estadounidense de privarlo de una buena conexión a la Red al impedir que acceda a las redes internacionales. Una parte de este problema debería resolverse en 2011, cuando empezará a funcionar el cable submarino de fibra óptica que unirá a Cuba y Venezuela, multiplicando así la capacidad de conexión de la isla con el resto del mundo. El gobierno cubano deberá entonces encontrar nuevas excusas para seguir justificando la censura, a no ser que decida, por razones de desarrollo económico, revisar su estrategia web. Aún queda camino por recorrer antes de que se cumpla la previsión de Yoani Sánchez: “la isla real empieza a convertirse en isla virtual”.

 

 

 





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