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La muerte no es la salida

Luís Alberto Ramírez

MIAMI, Florida, www.cubanet.org -El opositor cubano Guillermo Coco Fariñas parece haber concluido que la única presión que daña al gobierno de Cuba y lo obliga a flexibilizar su postura y hacer concesiones, es la repulsa internacional; al respecto ha considerado poner a prueba tal razonamiento y ha comenzado una huelga de hambre y sed hasta la muerte.

Me gustaría darle la razón al valiente opositor, pero no puedo, porque la historia de estos cincuenta años de castrismo ha demostrado todo lo contrario. Para la sobre vivencia del desastre político que ha imperado en Cuba durante estos cincuenta años han hecho falta solo tres cosas: la primera tiene que ver con el atrincheramiento ideológico de la dictadura. La segunda, un aliado fuerte que mantenga viva la llama ideológica, y la tercera y más significativa, la búsqueda constante de un enemigo externo que supuestamente no comprenda las reacciones de la “revolución”, y dé la imagen al mundo de que Cuba es una plaza sitiada.

El cinismo como fuente de energía y luz, ha sido su lanza paralizante, con ella neutralizan cualquier análisis objetivo que vaya en contra de los postulados y principios básicos de la revolución cubana, convirtiendo la más mínima derrota en una contundente victoria.

Para el gobierno cubano no hay espacio en sus relaciones internacionales para la diplomacia, para ellos, la diplomacia es una blandenguería burguesa que puede ser fácilmente aplastada con la débil fuerza de un solo sofisma, por tanto, la opinión mundial puede hacer y decir lo que les venga en ganas, porque la fuerza del cinismo revolucionario es suficiente para callar razones.

Hay miles, quizá cientos de miles de ejemplos que sustentan esta opinión, sin embargo, para muestra sobra un solo botón. A raíz de la muerte por inanición del preso político cubano Orlando Zapata Tamayo, un reportero brasileño le preguntó al heredero de Fidel Castro, a su hermano Raúl: “¿Puede decirnos algo sobre la muerte del preso  en huelga de hambre?” el muy cínico respondió “Si, ya se que me van a preguntar por el muerto. Si, se murió, lo lamentamos, lo llevamos a los mejores hospitales, le dimos los mejores cuidados y murió. Aquí en Cuba se tortura, en este territorio, pero en la base naval de Guantánamo, no en el territorio de la parte de acá”

Esto nos da la muestra de la fuerza que tiene el cinismo para la dictadura cubana. Esas palabras sonaron a huevo podrido aplastado por un zapato en los oídos de los razonables, de los demócratas, de los amantes de la verdad y los derechos, pero para los oídos de la inmensa izquierda idiota y trasnochada internacional, sonó a campanas de cristal, a copa de bacará en boda de dioses.

Al indefenso preso no lo llevaron a los mejores hospitales, todo lo contrario, lo metieron en una celda de castigo sin luz y sin agua por 18 días, lo golpearon, lo maltrataron y por último, después de 80 días de calvario, lo ingresaron de urgencia para que muriera en el hospital Hermanos Amejeiras, el mejor que tiene actualmente Cuba, justamente para que se pudiera corroborar lo que a la postre iba a decir la dirigencia cubana para justificar su crimen.

Fíjense si el cinismo del gobierno cubano es efectivo, que hasta la misma prensa internacional ya duda de que la muerte del preso haya sino intencional, ya comenzaron a dar la vuelta diciendo que en cuarenta años este ha sido el único preso muerto por sus ideas en las cárceles cubanas.

Guillermo Coco Fariñas tiene la solidaridad de otros cuatro opositores que lo acompañarán en su altruista gesto, y creo que otros, fuera y dentro de las cárceles seguirán su ejemplo, sin embargo, la muerte no es la solución, por lo menos, no esa forma de morir, porque ya el tiempo de los tiranos en Cuba está llegando a su final, y si los que pueden tomar el timón de esa nave que hoy día está al pairo se mueren, ¿Quién guiará nuestro barco a puerto seguro? Que me perdonen Coco Fariñas y los que están con él, pero no es hora de poner más muertos, si alguien tiene que morir, que lo haga quien le llegó su hora.




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