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Una colosal irresponsabilidad

Vicente P. Escobal

MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org -La reciente  carta firmada por   74 opositores  al  régimen castrista ha suscitado las más diversas reacciones. Unos la interpretan como una manipulación promovida  por espurios intereses comerciales;  otros la consideran un gesto de valentía política y madurez  ideológica.

Hay que ser extremadamente  equilibrado al  enjuiciar una propuesta originada en Cuba,  aceptando como válido el argumento de que  la misiva fue redactada íntegramente en la isla y que sus firmantes están al tanto de sus implicaciones y consecuencias.

No es ocioso recordar que  la  oposición en Cuba no disfruta  los beneficios del reconocimiento oficial. Su trabajo transcurre en un ambiente cargado de hostigamiento y descalificaciones.  Sus propuestas son interpretadas como acciones antipatrióticas y mercenarias. La casi totalidad de los prisioneros políticos cubanos fueron enviados a la cárcel precisamente por haberse atrevido a  desafiar pacíficamente  el poder totalitario y ofrecer  soluciones dignas y patrióticas. Nunca  la oposición cubana ha promovido la violencia como estrategia de lucha.

Si algo ha definido y caracterizado  a los promotores de la democracia en Cuba es precisamente su equilibrio y su sentido de la racionalidad a la hora de  plantear  una solución o sugerir una medida. La estrategia  desarrollada por la oposición al régimen castrista se ha sustentado invariablemente en principios universalmente aceptados y proclamados por la comunidad internacional.

La carta en la cual se pide a las autoridades estadounidenses la cancelación de las medidas que impiden a los ciudadanos de ese país viajar a Cuba tiene, desde mi punto de vista, un componente emocional.

Los  opositores  cubanos  necesitan espacios libres y plurales donde manifestarse y cada oportunidad que se les brinda  para alcanzarlos  la aprovechan  al máximo.  El deseo de una Patria libre y democrática va muchas veces más  allá de toda reflexión y  toda  prudencia  lo cual no significa, en modo alguno, que la oposición cubana este formada por personas irreflexivas o imprudentes.

Si  lo que se pretende es evitar una hambruna o encontrar  soluciones  urgentes  a los graves y complejos problemas que enfrenta  la  endeble   economía cubana, exíjase entonces el  fin de la tiranía.  Si la meta es lograr para los cubanos  el  pleno reconocimiento  de sus derechos y libertades fundamentales, reclámese a la tiranía el cese de todas las prácticas que los paralizan.

La tiranía trata ahora, más que nunca, de aferrarse a poder.  La experiencia del pasado medio siglo nos señala claramente una única alternativa: no enviar confusas señales. La oposición cubana tiene el irrenunciable deber de examinar con ecuanimidad lo que conviene o no conviene al pueblo de Cuba.  Lo opuesto seria una colosal irresponsabilidad.




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