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Consistencia de la política exterior mexicana:
Donde dije digo…: ¡Transparencia y Ándele pues!

Rolando D. H. Morelli, Ph. D.

FILADELFIA, Pensilvania, febrero, www.cubanet.org -«¿Y de mi Cuba, qué» rezaba un viejo dicho —cubano, está de más decir— para aludir a una exclusión obvia e inmerecida que coincidía y contrastaba con el favor a quienes lo recibían “por su cara linda”. Estaba dirigido de preferencia a los políticos que se enriquecían, es decir, cuando la corrupción constituía un mal porque se hacía política con mayor o menor libertad; la corrupción era mal vista y los corruptos despreciados… ¡Ah! También cuando había en Cuba riqueza que no estaba en las exclusivas manos de los hermanos Castro, sus acólitos y chupa medias, como diría en frase afortunada, una amiga argentina. Ahora, ya se sabe como y cuánto han cambiado las cosas, o al menos es de esperarse que los enterados sean los más. ¡El cúmulo de evidencias a la vista es insuperable, aún con garrochas ideológicas o de cualquier clase a la mano!

Todo esto viene a cuento, a propósito de la posición del gobierno y estado mexicanos ante el gobierno libre de Honduras, recién electo por una mayoría de hondureños. Lee el titular de la prensa internacional: “México excluye a Honduras de la Cumbre de[l Grupo de] Río”. Y a seguidas, da cuenta la noticia de que el actual presidente hondureño, el señor Porfirio Lobo no ha sido reconocido por la administración mexicana. Para justificar semejante desafuero, que de otra cosa no podría tildársele, la sinuosa e hipócrita política mexicana de siempre acude al subterfugio de que “México seguirá las consignas de la Organización de Estados Americanos” con el inmaculado y esforzado demócrata de Insulza a la cabeza.

Esta decisión de absoluto acatamiento de la política exterior mexicana, contrasta con la asumida frente a la decisión unánime de la misma organización cuando por mayoría, y frente a las intromisiones y agresiones a los territorios de varias repúblicas del continente por parte del régimen de Castro, optó por oponerse a cualquier sanción y al rompimiento de relaciones con la tiranía cubana.

Benévolo y complaciente entonces con una satrapía comunista, y hoy firme en su rechazo a un gobierno libremente electo por su pueblo, el gobierno de México se retrata ante el mundo, comparece ante él con ese traje de emperador encuero que cree estar a la moda. Se desnuda, se retrata y se exhibe con jactancia. El retrato, por más que se le apliquen afeites, no podría corresponder a otra cosa que aquello que representa. El estado mexicano, como graciosa y gráficamente me lo describía alguna vez un gran amigo, mientras me encontraba de visita en su casa del D.F. carga sobre unos hombros enjutos una de esas cabezas gigantescas, que por sus dimensiones recuerda una cabeza olmeca de piedra. El resto es una armazón escuincle sostenida sobre pies de barro. Semejante descripción nada tiene que ver con el pueblo mexicano cuya fortaleza espiritual y cuyo retrato no guarda ninguna relación con el adefesio del estado.

En la misma reunión, de la que se excluye a Honduras y su presidente libremente electo, se buscará un pronunciamiento conjunto, según anuncio de la agencia EFE y el ministro mexicano de Exteriores, señor Salvador Beltrán, en el que se condene el llamado “bloqueo estadounidense sobre Cuba”.  ¡Más claro ni el agua!  El actual gobierno mexicano del derechista Calderón se cura en salud. El asunto es no meterse con el Eje ni incurrir en su cólera. Se garantiza hasta donde es posible hacerlo con los Castro y sus émulos, que no se propaguen guerrillas o focos que provoquen inestabilidad al interior del país, y que los depredadores intereses capitalistas mexicanos obtengan ciertas prebendas peleadas a los españoles con uñas y picos. Moratinos, ya se sabe, es muy determinado a la hora de no ofender las susceptibilidades de la tiranía castrista y está dispuesto a todo. De un rapiñar entre buitres y zopilotes se trata, a fin de cuenta, en un idioma mutuamente comprensible porque está lleno de equívocos y propósitos ambiguos: las revoluciones, la paz, el socialismo, la libre determinación, la la la…, que diría en su momento La Massiel.

Rolando D. H. Morelli, Ph. D., Escritor, académico e intelectual cubano residente en Philadelphia, es asimismo el fundador y director de las Ediciones La gota de agua.






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