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Cuba: universidad encadenada  

Heriberto Leyva, Exiliado Político y Activista socialdemócrata Independiente

UNION CITY,New Jersey, febrero, www.cubanet.org -Desde el pasado 8 de febrero al 12 del propio mes, La Habana se convirtió en sede y capital de la educación superior. El régimen celebra a bombo y platillo el llamado Séptimo Congreso Internacional Universidad 2010, evento en el que participan según fuentes oficialistas del MES (Ministerio de Educación Superior), académicos y profesores de más de 60 países del mundo.

Cabría preguntarse ¿qué méritos otorgan a la dictadura cubana el derecho de convocatoria a un cónclave de esta naturaleza? La educación en todas sus vertientes sólo ha servido a lo largo de estas cinco décadas como arma de propaganda del gobierno cubano alrededor del mundo, presentándose como modelo paradigmático a imitar. He ahí sus credenciales. El recién iniciado Congreso Internacional de Universidades en la Isla de Cuba tiene como lema “La Universidad por un mundo mejor”, y proclama como su objetivo fundamental «forjar profesionales que sean hombres y mujeres de paz y de decoro, cuya sólida formación humanista y alta capacitación científico-técnica sean fuentes de inspiración para acometer con audacia responsable la búsqueda de soluciones que permitan salvar al planeta y construir un mundo mejor para todos». Patrocinado por el régimen cubano, se trata de un ejemplo más de la enorme hipocresía que caracteriza a los representantes del poder en nuestra patria.

La Universidad cubana de hoy dista mucho de las buenas intenciones que proclama este magno foro, ya que entre otras objeciones que habríamos de hacerle, el gobierno cubano ejerce el control total y el monopolio absoluto sobre la educación de todo tipo, a la que impone su estrechez y visión ideológica, excluyente y fundamentalista. Dicha práctica se vale de una rigurosa selección de quienes pueden acceder a las instituciones docentes de educación superior poniendo como requisito indispensable para ingresar a la universidad, la incondicionalidad política a los designios del partido comunista y de la gerontocracia gobernante, presidida por los hermanos Castro.

El decoro y la dignidad ontológica de la persona humana son totalmente ignorados en el proyecto educacional cubano que no busca proveer una formación académica ni estimular el pensamiento libre, sino servidores útiles que den continuidad social a gran escala al automatismo y la apología del poder sin el mas mínimo sentido critico de la realidad circundante. Quienes, resistiéndose a tal modelo, alcancen a cuestionar críticamente dichos presupuestos educativos y el contexto social del medio en que se desarrollan son declarados herejes, y expulsados del sistema educacional, perseguidos, encarcelados, o forzados al destierro.

Un ejemplo reciente que sirva para ilustrar el funcionamiento de esta maquinaria represiva en el ámbito de la educación es el de la joven estudiante de derecho Sayli Navarro Álvarez, de la Universidad de Matanzas expulsada de este centro por sus ideas políticas a favor de la democratización de Cuba, y su demostrado interés por el periodismo independiente que se hace en la Isla, así como su legitima denuncia de los abusos que sufre su padre el conocido activista por los derechos humanos Félix Navarro, quien es uno de los prisioneros de conciencia condenados en el marco de la Primavera Negra.

Otras expulsiones recientes de las que habría que hacer mención, son las de la estudiante Marta Bravo Pérez de la Universidad Central de Las Villas, por “el delito” de haber renunciado públicamente a la militancia en las filas de la UJC, y la de Darío Alejandro Paulino Escobar por intentar crear en la facultad de comunicaciones de la Universidad de La Habana, una página en la red social Facebook. En dicha red el periodista cubano exiliado en Barcelona Guillermo Morales Catá, solidario con las victimas de la intolerancia docente en Cuba ha creado una pagina llamada precisamente
“Basta de Expulsiones en las Universidades Cubanas”, mediante la que busca conmover la sensibilidad de todas aquellas personas amantes de la libertad académica y del saber, por encima de las ideologías y doctrinas confesionales.

Estos hechos unidos a la negación de los permisos de salida por parte del gobierno cubano a estudiantes universitarios que habían recibido becas en programas de verano en años anteriores para completar cursos en universidades norteamericanas (ver artículo de Wilfredo Cancio Isla, en el Nuevo Herald ,“ Cuba impide viaje de estudiantes a Estados Unidos”) nos obliga a reflexionar sobre la existencia misma de los permisos de entrada y salida de Cuba para participar en planes de estudio y otros.

¿Quién controla de manera absoluta la libertad de movimiento del cubano en la isla y de los que desean ir a Cuba? ¿Existe en la isla autonomía universitaria? Ambas objeciones son fundamentales por ser inseparables de la libertad y el derecho que por gracia y naturaleza divina pertenecen al ser humano y que son pisoteados por el oprobio y el vejamen de los representantes de la inquisición castrista, quienes se toman la atribución de despojar a los cubanos del derecho a todos los derechos.

La lucha por el derecho a la autonomía universitaria es y debe ser el estandarte del estudiantado cubano si realmente desea que situaciones como éstas no continúen ocurriendo ante sus propios ojos y sean victimas indefensas de una política autoritaria de la cúpula de poder en materia educacional y académica. En cualquier país civilizado los programas de intercambio científico, profesional, académico y a nivel de instituciones universitarias ocurren sin ataduras del poder político o de las autoridades centrales, sino que emanan del funcionamiento independiente y autónomo de los recintos del saber. El Estado solo está en el deber de facilitar, sin trabas burocráticas, los espacios para la viabilidad de tales programas.

En Cuba la aspiración de superación individual del cubano pasa por la centrífuga del monopolio gubernamental sobre las vidas humanas, las cuales forman parte del engranaje que devora las ansias libertarias del ciudadano. La acción del régimen de la Habana de obstruir la superación de mas de 30 jóvenes cubanos en fecha reciente, e incluso el hecho de someterlos a los procesos de purgas, escarnio y exclusión publica y social demuestra no sólo la falta de voluntad de los gobernantes isleños por satisfacer las necesidades mas elementales de su pueblo en el campo de la Educación Universitaria, sino su determinación de impedir cualquier brecha que dé al traste con el andamiaje propagandístico en torno a los logros de la educación.

El uso de la represión contra la libertad de pensamiento y el derecho a una educación libre y despolitizada patentiza el continuismo ideológico del Raulismo con su Predecesor en Jefe como cabeza ideológica, quien no admite la posibilidad de una formación académica y profesional fuera de los esquemas del estalinismo tropical, que no resulte en la preparación de apologistas de un sistema probadamente fracasado.

La autonomía universitaria nos parece que pudiera perfilarse como premisa y motor propulsor de un cambio democrático en Cuba, componente ineludible para una transición pacifica a la democracia, y hacia un estado de derecho y de libertades públicas e individuales. El tránsito de una universidad militante, militarizada, totalitaria, sectaria, dogmática, y controlada por las estructuras autoritarias a una universidad libre, sin censuras, ni ataduras gubernamentales, debe ser la aspiración máxima de los jóvenes y estudiantes universitarios cubanos y debería ser tema central de debate en el mencionado Congreso Universitario.

Los rectores, las autoridades académicas internacionales y las organizaciones, en vez de santificar y darle la bendición a tan aberrante sistema universitario como lo es el de la Cuba actual, deberían pedir al gobierno cubano el cumplimiento de ciertos requisitos mínimos para su integración en la red internacional de universidades democráticas del mundo como son: la autonomía universitaria, la libertad de cátedra y de investigación; poner fin a las expulsiones de estudiantes y profesores por expresar libremente sus ideas; el derecho de la iglesia y de instituciones privadas a crear centros docentes, la desmilitarización del recinto universitario y el cese de toda actividad del partido comunista y de la Unión de Jóvenes Comunistas en el Alma Mater, como la mejor forma de lograr la plena independencia universitaria frente al poder totalitario.

El presunto liderazgo de la dictadura cubana en la educación, proclamado a nivel internacional debe ser permanentemente cuestionado ante los diferentes organismos internacionales e instituciones académicas, alegando ejemplos como estos de la expulsión de estudiantes por sus ideas y credos particulares, y al mismo tiempo fundamentando la ausencia absoluta de libertad de enseñanza, académica, de investigación, la vulneración de principios como la libertad de cátedra y la autonomía universitaria ya que la enseñaza universitaria cubana esta en pugna con los valores universales del derecho, la libertad y la justicia y con todos los pactos internacionales que abogan por la libertad de enseñanza y los principios de una autentica educación cívica, ciudadana.

La apertura de las universidades cubanas al flujo de la libre información, de la multiplicidad cultural y a la heterogeneidad del pensamiento humano, es la principal exigencia que debemos hacer si se trata de comenzar una nueva política de diálogo e intercambio con las autoridades de intramuros. El respeto a la libertad de movimiento de los universitarios, piedra angular para un autentico intercambio académico entre las diferentes orillas, tiene que complementarse con el fin de las políticas de manipulación institucional y estructural del gobierno cubano en la vida interna de las universidades. Lo contrario no es más que el autoritarismo contra la academia y la tiranía contra el saber.





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