Doble pared

Adrián Leiva 

MIAMI, Florida, mayo, (www.cubanet.org) -De adolescentes nos trasladábamos hacías las playas de Marianao para bañarnos en sus aguas y jugar “cancha”.

Del juego de cancha -el cual yo no jugaba bien- lo que más me llamaba la atención eran las movidas del “doble pared”. Consistían en lanzar la pelota en una dirección haciendo un doble ángulo que creaba confusión en el jugador contrario. En otras palabras se trataba de una jugada de engaño con la finalidad de anotarse un punto en el juego y dejar al contrario con las manos vacías. 

Durante cincuenta años la política exterior mantenida por el ex gobernante cubano Fidel Castro se ha caracterizado por jugadas de doble pared. Simular hasta un punto y luego cuando el momento le es propicio busca o fabricar un pretexto para crear un conflicto que interrumpa cualquier dialogo con su contraparte. 

Esta premisa ha estado presente en todo dialogo con la Unión Europea así como en los contactos secretos que se establecieron con varios ex presidentes norteamericanos donde se exploró la posible normalización de las relaciones. 

La hipótesis de que el embargo es una vía para llevar la democracia a Cuba, carece de toda verdad histórica. El las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo existían en América Latina más de siete dictaduras. Ninguna fue sometida a un embargo comercial para promover la democracia.  

Si bien el embargo estadounidense debe ser levantado sin condiciones de ninguna índole, ya que la naturaleza de su aplicación es violatoria del derecho internacional, tampoco su existencia puede continuar justificando la carencia dentro de Cuba del respeto a los derechos humanos fundamentales así como la ineficiencia de un modelo económico que demuestra la urgente necesidad de modificaciones. 

Un levantamiento del embargo y la cancelación a la suspensión de Cuba en la OEA dejarían a la Habana sin el pretexto de plaza sitiada, fundamento en que se atrinchera la falta de los derechos humanos dentro de la Isla. 

Tras la elección de Barack Obama, el tono confrontacional de las reflexiones de Fidel Castro deja las dudas de estar tratando nuevamente de enrarecer el clima internacional anti-embargo para evitar su posible levantamiento. El último blanco de sus ataques ha sido el vecino México. 

Tras su enfermedad que lo alejó del poder; su hermano y actual jefe de estado, Raúl Castro, mostró una disposición hacia un dialogo de principios y respeto hacia la soberanía y auto determinación de Cuba, pero abordando temas que hasta ahora estaban fuera de la agenda de su antecesor.  

Las reiteradas propuestas iniciales de Raúl Castro motivaron una simpatía por la mayoría de los cubanos y la comunidad internacional.  

Después de la “rectificación” hecha por Fidel, a las declaraciones hechas por su hermano en Venezuela, una pregunta ronda en el aire: ¿Realmente, quien traza hoy la política exterior cubana? 

Bajo cuerda se tejen telas cuyo brocado continúa simulando los hábiles juegos de doble pared comunes en los tiempos del Fidelato. 

No faltan quienes especulen otro éxodo orquestado desde Cuba, que permita al gobierno de la Habana negociar desde posiciones más ventajosa con Washington.  

El nivel de vida dentro de la Isla continúa deteriorándose sin que se vislumbre un proyecto creíble y sostenible que pueda sacar al país de la peor crisis material, moral y social de su historia. 

Una reforma económica pareada al respeto de los derechos humanos fundamentales todavía es posible dentro de las bases del proyecto revolucionario democrático enunciado en La Historia me Absolverá.  

Retardar ese paso en aras de preservar un poder unipersonal sería acabar de destruir la sociedad cubana y reafirmaría el total fracaso de la llamada revolución. El éxito de un gobierno no radica en el poder de controlar, sino en la capacidad para solucionar los continuos retos de toda sociedad, algo que ha estado carente dentro de Cuba por cincuenta años.  

Al parecer el tiempo ya no está a favor del fidelismo. Veremos en que terreno queda la pelota en esta ocasión.