: Cuba: Marie Berengere-Ruet relata como fue deportada de Cuba
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Marie-Bérengère Ruet relata como fue deportada de Cuba

PARIS, Francia, mayo (www.cubanet.org) -Miércoles, 15 de abril de 2009, 9h de la mañana en La Habana. Oficiales del Ministerio del Interior (Minint) están en la esquina de las calles Manrique y Concordia desde hace dos horas y esperan tranquilamente. Unos ocho hombres con sus uniformes verdes y dos autos de policía. « Yo sabía que iba a haber una operación en la cuadra », me dirá luego el dueño de la casa, que les había visto desde el balcón. « Nunca pensé que iba a ser para nuestra casa ». A las 9h05 un hombre vestido de civil da la señal en la calle Manrique: la sospechosa, una joven de 22 años de edad, francesa, acaba de entrar en la casa. Dos minutos después están en el apartamento interpelándola. La continuación es una mala película, los actores son mediocres y el final inepto. La francesa soy yo, estudiante de ciencias políticas que se va a vivir en Cuba dos meses y pico para hacer investigaciones sobre estos hombres de la sombra que tienen miles de nombres pero que carecen de voz. Son mercenarios, delincuentes, terroristas, contrarrevolucionarios, peligrosos antisociales, grupúsculos insignificantes, gusanos y más, para las autoridades cubanas y para buena parte de la población bien “educada” por la Mesa Redonda cotidiana (emisión cubana de análisis político nacional e internacional). Son disidentes u opositores para los cubanos del exilio, las ONG occidentales bien intencionadas y algunos gobiernos que les prestan atención. Uno de estos hombres me dice preferir la expresión “fuerzas pro-democracia”, porque disidente tiene una connotación demasiado negativa y, según él, el régimen cubano es el único disidente.

Marie-Bérengère Ruet

Son las 10h30. Me llevan a un centro del Departamento de Inmigración cerca de la Plaza de la Revolución. Espero una hora en una especie de saloncito neutro con paredes blancas y tres sofás viejos como única decoración. Me han quitado el celular. Un hombre entra, vestido de civil, buena pinta y sonrisa amplia con un aire raro de protector. « Ese es el policía bueno », pienso. Me pregunta si el tratamiento ha sido bueno hasta el momento y me asegura que no estoy presa. « La veo nerviosa. ¿Por qué está nerviosa señorita? »
Tengo ganas de decirle que no es para menos pero me contento con negar y sonreír.


Después viene la entrevista habitual y aunque me asegura que todo está bien, veo que a veces mi interlocutor se pone nervioso y se esfuerza para mantenerse amable frente a mi ingenuidad y mi inocente sorpresa. « Usted visitó un campo de trabajo. ¿Lo niega? Pues tenemos fotos de usted estando allá. Raro, ¿no le parece? » Yo pido ver las fotos ya que nunca fui a ningún lugar de esos. Luego el amable policía me da la lista completa con todos los nombres de los « disidentes » con quién me junté desde que llegué y sigue con una clase de historia cubana: la guerra contra España y la independencia, luego la dominación de los Estados Unidos y la imposición del imperialismo. Desde allí saltamos directamente hasta la Bahía de los Cochinos y los tantos atentados contra Cuba con la complicidad de los amiguitos de Batista, llegando hasta la actualidad con los muy famosos cinco héroes presos del otro lado (que otros dicen son agentes del gobierno cubano detenidos por el FBI y convictos de espionaje y conspiración contra EEUU. En Cuba se convirtieron en mártires e ídolos que sacrificaron su libertad por la defensa de su patria).

Me entero, a lo largo de un monologo de unos veinte minutos, de que la gente que yo veía tiene contactos con la CIA, que les pagan miles de dólares por desestabilizar el país desde adentro, que además de eso, son unos delincuentes que se niegan a trabajar, es decir, unos parásitos para el pueblo cubano en su conjunto. En mi mente desfilan imágenes de mis semanas en compañía de estos « terroristas»: los apartamentos sucios, los colchones recuperados y cosidos, las pizzas malas engullidas con prisa como única cena. Vuelvo a pensar en este grupo de ocho periodistas que compartían una camera, una computadora y una sola memoria USB, y que cancelaban las visitas familiares a provincia por razones financieras. Ellos me decían que se les negaba el trabajo por ser supuestamente contrarrevolucionarios. No digo nada de todo esto al policía que tengo ante mí. Se dice en Cuba que los servicios cubanos de información y de seguridad son de los mejores del mundo, entonces seré yo quien esté equivocada. Por lo menos es lo que hay que creer, ya que me deportan. Me llevan ante otro oficial del Minint (mucho menos simpático ahora) que se encarga de hacerme otra entrevista. Es la una de la tarde cuando se me informa que mi boleto de avión será modificado para el día siguiente, es decir el 16 de abril en lugar del 23 como lo tenía previsto. Me citan a las 6 de la tarde del día siguiente en el mismo lugar. « Puede irse ahora. » Y ya. Tengo tiempo libre y aprovecho de la prórroga para dar mis documentos más importantes a un amigo extranjero de confianza que me los hará llegar desde su propio país.

El 16 de abril, dejo esta ciudad de La Habana sin ver a ninguno de los opositores, que se habían vuelto amigos míos, me voy sin despedirme de nadie porque ahora temo que me vigilen siempre. Finalmente la razón real de mi deportación no es mencionada nunca, desconozco completamente mi delito. Me imagino que me condenan por haber escuchado demasiado.

A las 6 de la tarde estoy presente en el lugar. Me hacen esperar una hora y media antes de llevarme en un auto policial con dos oficiales. No me hablan ni me explican nada, ni cuando tengo que firmar papeles que no tengo tiempo para leer, ni cuando me piden 20 dólares en el puesto de Inmigración y luego 125 más por el cambio de fecha del boleto. Una mujer del Minint me acompaña hasta el final.

A las 8 llego al aeropuerto, registran mi equipaje, paso por la aduana y por fin me llevan en una sala del sótano. A las 8h30 empiezan a cachearme. Se quedan con unas notas manuscritas y dos cartas de amor que me había escrito uno de estos « terroristas ».

Registran mi computadora, no sé lo que le hacen pero sé que a mi llegada a Francia, ya no funciona. Me hacen esperar un rato más, afuera veo a seis hombres que gesticulan con mis notas en las manos. Parece que descifrar el francés les resulta difícil. De vez en cuando entran en la sala donde estoy y me miran uno tras otro como si fuera una asesina en el banquillo de los acusados. Entiendo ahora toda la significación de los actos de repudio regularmente utilizados contra los opositores (los actos de repudio son manifestaciones organizadas por la policía, un tipo de linchamientos en los cuales civiles y vecinos son « invitados » a gritar insultos, tirar proyectiles, e incluso golpear a los « contrarrevolucionarios ». Suelen desarrollarse frente al domicilio de los mismos.)


El vuelo para Madrid está anunciado para las 10 de la noche. Son las 10h20 cuando me dejan irme, sin mis notas. La mujer del Minint y un aduanero me acompañan hasta la puerta del avión y me miran desaparecer.

De vuelta a Francia noto que todos mis cables faltan además de un par de zapatos. Será una coincidencia. En cuanto a la familia donde estaba hospedada, le quitaron la licencia de trabajo y le pusieron una multa de 1000 dólares (con un salario medio de 15 dólares por mes, les dejo calcular lo que representa en años de trabajo los 1000 USD de multa) por no haber denunciado lo que desconocía y por haber alojado y alimentado a una…¿una qué al final?

Una pregunta queda sin respuesta: el papel de Francia, mi país.

En el sitio web de la Embajada de Francia en Cuba se puede leer en Papel y misiones del Consulado: « asegura la protección consular en caso de detenimiento, encarcelamiento, de accidente grave o enfermedad e interviene en caso de repatriación. En cuanto a mí, ni una vez ninguna autoridad francesa me ha contactado. ¿A lo mejor piensan que no ha sido ninguna deportación y que yo me fui una semana antes por mi propia voluntad? Si me lo hubiesen preguntado, yo hubiera contestado sin problemas. O a lo mejor es que no molestaba solamente las autoridades cubanas. Una estudiante de 22 años que ni siquiera es periodista, es fácil deshacerse de ella sin problemas y sin ruido, ya que nadie se da cuenta, así se evitan complicaciones diplomáticas inútiles entre buenos amigos.

Primero de Mayo de 2009, celebración del día del trabajo, la Plaza de la Revolución está llena en la ciudad de La Habana. ¿Cuántas personas estarán allá por su propia voluntad? Esto es incalculable porque en Cuba nada es propiedad privada, ni siquiera el libre albedrío. La libertad individual es un bien común que pertenece solamente al Estado y que le permite realizar agrupaciones « espontáneas » como esa. Sin embargo, yo conozco el nombre de unas personas que fueron. Puede ser que una vez más les escriban en sus puertas « Viva Fidel », pero también sé que no les importará para nada y que volverán a pintarlas.

 

Noticia Relacionada con la expulsión de Marie-Bérengère Ruet:

http://www.cubanet.org/CNews/y09/abril09/22_N_3.html

 

 

 
 
 
 
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