I ESPAÑOL I ENGLISH I CONTACTO I ¿QUIÉNES SOMOS? I NOTICIAS POR E-MAIL
9 de marzo de 2009
IMPRIMIR

La cara oculta de la liberalización

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Manuel Cerra es un hombre afortunado. Puede hospedarse cada año en el hotel Club Amigo Atlántico durante un mes, y acceder a los excelentes servicios que brinda la instalación ubicada dentro del perímetro del polo turístico Guardalavaca, Cuba. Es canadiense y paga en pesos convertibles. Con ambas informaciones quedan zanjadas las dudas en relación a un hecho que apenas suele tener protagonistas residentes en la Isla.

Aparentemente no hay impedimentos para que los nacionales aparezcan en las listas de  huéspedes, pero la disposición hecha con el fin de anular la excepcionalidad en este asunto tiene sus capítulos secretos. Cubano que se atreva a rentar una habitación en cualquiera de las instalaciones hoteleras del país cae en la mirilla de la policía criminal o en los dominios de los agentes de la Seguridad del Estado.

Este derecho rompe con los moldes del igualitarismo y deviene en un elemento perturbador en el empeño de mantener sobre bases mínimamente creíbles los niveles de la propaganda que todavía insiste en valores ligados al socialismo real. Esas son las motivaciones que explican el carácter figurativo de la ordenanza.

Raúl Castro, en su estreno como Presidente de la República, enmendó la restricción que pesaba sobre los ciudadanos cubanos. Era necesario ofrecer gestos tendientes a crear una atmósfera de tolerancia y renovación en las concepciones ideológicas del partido comunista. Sabía que un importante sector de la opinión pública internacional lo catalogaba como un hombre pragmático y comprensivo. Hubo respuestas en relación a esto que se instituyeron bajo las regulaciones no escritas y que en el fondo se convierten en la antítesis de lo previamente acordado.

Una familia cubana hospedada en un hotel de cuatro o cinco estrellas continúa siendo una rareza, aunque el origen del dinero invertido en la operación tenga respaldo legal. Hay una realidad, y es que el salario promedio en Cuba alcanzaría, si acaso, para el almuerzo de una persona en uno de los pilares de esa infraestructura que crece a lo largo y ancho de Isla. ¿Para qué más servirían 25, dólares que representan alrededor de 20 pesos convertibles?

Aunque el costo del hospedaje sea sufragado con remesas enviadas por familiares en el exterior, no hay garantías de ponerse a salvo de las investigaciones policiales y de las ojerizas de personajes dedicados a la custodia del ideario de la revolución.

El canadiense Manuel Cerra aseguró recientemente al semanario Trabajadores, que en ese sitio, hacia donde dirige sus pasos todos los años desde 1998 para pasar sus vacaciones, “las puertas siempre están abiertas, y nos atienden muy bien”. ¡Si supiera que para los que vivimos en Cuba esa generosidad viene con sus gotas de hiel!

El libre acceso y las esmeradas atenciones son coartadas para que los ingenuos piensen en que la dictadura comenzó la metamorfosis para transformarse en dictablanda. ¿Quién garantiza que no nos pondrán cámaras y micrófonos en lámparas, floreros u otros sitios de la recámara?

Un amigo que labora en un hotel de la capital corroboró mis sospechas. Los cubanos que se atrevan a hospedarse en alguna de estas instalaciones se exponen a verificaciones y pesquisas encubiertas. Son las leyes no escritas del poder. Las zonas oscuras de una apertura atrapada entre signos de interrogación.

oliverajorge75@yahoo.com  

 

GALERÍA DE ARTE
CARTELES DE CUBA
GALERÍA DE FOTOS
Fotos de Nury A. Rodríguez
REVISTA CUBANET
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.