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4 de marzo de 2009
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Los horrores del solar habanero

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Así se titula el libro que presentó como tesis en la década del 40 Juan M. Chailloux Cardona -Guantánamo 1913-1980-, editado en 1945, reeditado por el gobierno cubano en 2008 y distribuido en la recién finalizada Feria Internacional del Libro.  

Chailloux Cardona, quien pese a su piel negra y su origen humilde logró un doctorado en Leyes, Ciencias Sociales, Políticas y Económicas, señaló que, de acuerdo al censo realizado en 1919, que arrojó 1,548 solares (cuarterías) en La Habana, éstos pudieron haber aumentado a 3,000 según la población capitalina de los años cuarenta, sin contar los del resto del país. Exhortó al gobierno de su época a que emprendiera su demolición, pero casi todos continuaron existiendo cinco décadas después y sólo algunos, surgidos mucho antes del advenimiento de la República, se han caído de vejez bajo el castrismo.    

Según datos oficiales publicados en la revista Bohemia en 2003, en la barriada de Atarés, una de las más pequeñas de la capital, la mitad de sus de 12 mil 352 habitantes vive en solares

En Los Pocitos, otra de los tantos barrios capitalinos menos favorecidos por el régimen castrista, donde apenas existen calles, sus más de 18 mil habitantes viven en casas colectivas armadas con pedazos de maderas extraídas de la basura, cuentan con un parquecito hecho por ellos mismos y como señaló Juventud Rebelde en enero de 2006, “llevan una vida triste, vacía y con un alto índice de violencia”. Señala además este periódico que en esa barriada es palpable la contaminación ambiental por la cantidad de desechos sólidos que acumula históricamente, y el paso del río Quibú.  

Las estadísticas de estos solares y barrios marginales diseminados en todo el país, son algo absolutamente desconocido en la actualidad. Sin embargo, si algún continuador de Chailloux Cardona se encargara de plasmar en un segundo tomo el estado de la vivienda popular cubana, tendría mucha tela por donde cortar. Por ejemplo, el empobrecimiento de las zonas rurales ha agravado las condiciones humanas de la capital; los campesinos, en busca de una vida mejor, se han visto obligados a refugiarse en los solares habaneros o han plantado una choza en cualquier solar yermo, dando lugar a decenas de barrios marginales que antes de 1959 no existían.

En 2005 algunas cifras publicadas por el régimen ofrecen un pálido reflejo de la situación, a consecuencia de una economía en crisis permanente: “El déficit de viviendas asciende a más de medio millón y la mitad del fondo habitacional del país está en mal estado ¨.  

Chailloux Cardona llamó templos de la insalubridad y la miseria a los solares de La Habana. Basta recorrer las calles habaneras Lagunas, Oquendo, Marqués González, Gervasio, Virtudes, Trocadero y sus barrios marginales, para comprobar que aún pueden llamarse así.

 

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