Para Elpidio Valdés

Lázaro Rosa

ALBERTA, Canadá, junio, (www.cubanet.org) -El pasado 3 de junio volví a recibir en mi correo electrónico otro mensaje de un sujeto, supongo que agente del gobierno cubano, que se hace llamar Elpidio Valdés. El insolente me insulta, algo muy propio de los agentes castristas, porque, según él, en mis artículos anteriores yo he denigrado a mi país.

Tengo que recordarle al agente Elpidio que no es mi costumbre denigrar y, muchísimo menos, hablar de algo que no conozca. Estas son prácticas muy propias de su anciano y desalmado jefe de cuartel.

El sujeto también me amenaza diciéndome que hasta que no deje de escribir mis artículos estará invadiendo mi correo y enviándome sus indeseados mensajes que provocan urticaria. Y es que, cuando se trata de molestar y ofender, los agentes de Castro son auténticos maestros..

Yo no denigro a nadie, por el contrario, sólo trato de demostrar esas terribles vivencias que enfrentan a diario, y eternamente, mis compatriotas. Esbirro Valdés, existen muchas malformaciones en la sociedad cubana que han sido engendradas por los hermanos Castro, éstas son bien tangibles.

Debo recordarle el hedonismo que padece actualmente la gran mayoría de la juventud cubana ocasionado por un profundo descontento del que tratan de escapar acudiendo, fundamentalmente, al alcohol. Ahí está el caso del conocido Pánfilo deambulando por las calles de La Habana. La gran mayoría de los jóvenes en la isla están emocionalmente atrapados dentro de las paredes de ese erosivo cuartel que es hoy Cuba.

Solamente la falta de seriedad de su régimen y su enfermiza adicción a las mentiras pueden ser capaces de negar estas espantosas situaciones. El agente Elpidio se esfuerza por encubrir que hoy en día, cerca del 80% de los jóvenes cubanos, desean abandonar la isla para irse a establecer a cualquiera otra nación, sobre todo a los EE.UU, y esto está motivado, principalmente, por el desencanto hacia el sistema imperante y por la profunda enajenación social que padecen.

Elpidio, sus continuas provocaciones no hacen más que reforzar mi compromiso e identidad con la libertad de Cuba y con su inevitable arribo a un estado de derecho.

Su ignorancia es patética, digna de lástima, al decirme que yo no quiero reconocer que el mundo ha cambiado visiblemente en estos últimos tiempos.
Me cuesta trabajo comprender que significará para alguien tan adoctrinado como usted el término: Cambio. ¿Usted se refiere a la Glásnot en la antigua URSS? 

Claro, de primera mano reconozco que en el mundo se han dado muchas transformaciones, sobre todo después de noviembre de 1989, tras el derrumbe del Muro de Berlín, al que siguieron la total desaparición del campo comunista del Este europeo y la espectacular caída, como un merengue, de la Unión Soviética por su incapacidad de adaptarse a las visiones de las nuevas épocas y, sobre todo, por su inmovilidad social.

El agente Elpidio siempre se queja del daño que, según él, los EE.UU le han causado a la humanidad. Sin embargo, nunca tiene tiempo para recordar, ni revisar, las cifras que muestran las más de 20 millones de víctimas inocentes que fueron asesinadas por José Stalin en la URSS.

No tiene este sujeto ningún interés en recordar las 3 millones de muertes que costó el exterminador experimento comunista de Pol Pot y sus Jemeres Rojos en Camboya desde el año 1975 hasta 1979. Tampoco quiere reconocer que, con la disparatada política del Gran Salto Adelante, Mao Sedong provocó la muerte de casi 30 millones de personas en China a finales de la década de 1950 y comienzos de los años 60. 

Estos aberrantes sucesos, como también la terrible invasión de la URSS a Afganistán que se produjo en diciembre de 1979 con un costo de más de 2 millones de civiles y combatientes afganos muertos, así como más de 5 millones de personas desplazadas de sus lugares de orígenes, son asuntos que quiere ignorar este agente castrista que, según dice de sí mismo, es un “profundo conocedor” del acontecer internacional.

Parece que la historia que se imparte a los estudiantes de las academias comunistas de contraespionaje es tuerta del ojo izquierdo. Para el Castrismo, cuando se trata de los adversarios, siempre se ven todos los males y los dramas. Sin embargo, las piraterías y masacres cometidas por sus aliados ideológicos siempre están justificadas, cuando no es que hace la vista gorda volviendo el rostro hacia el lado opuesto.
Don Elpidio, no comparto su torpe criterio de que las autocracias puedan asumir la decencia o cobijarse auténticamente en las almas humanas. Estas entidades excluyentes, las autocracias, son genuinos reinos para los oportunistas.

Un autócrata que ha demostrado siempre su inclinación enfermiza por detentar el poder no puede albergar, creo yo, nobles intenciones para con ningún pueblo. En mi opinión, si buscásemos la persona que más odia y desprecia las antiguas costumbres cubanas, y a los cubanos, encontraríamos a su majestad, Fidel Castro.

Elpidio, yo creo que los que deben visitar a algún especialista mental son aquellos individuos que llevan a las naciones a las guerras, los que fusilan a sus contrarios y también a los inocentes, como sucedió en 2003 con los tres jóvenes negros habaneros asesinados por órdenes de su mandamás, por sólo haberse robado la lanchita de Regla para intentar huir del país.

La vida de ninguna otra persona ha dependido nunca de mis decisiones o mis acciones. Le voy a contar algo Elpidio para que comprenda mejor la supuesta “bondad” de su enfermizo y desgastado cacique.

En un poblado del norte de Villa Clara llamado Buena Vista, muy próximo al central Emilio Córdova (antiguo Central Nazábal) conocí una madre soltera de nombre Gloria que tenía un hijo de apenas veinte años de edad que fue enviado por la fuerza, por su mismo régimen, a la guerra en Angola; guerra que nada tenía que ver con nosotros los cubanos y, mucho menos, con la paz.

Esta desafortunada mujer, Gloria, había criado a su criatura a puro pulmón y duros sacrificios pero, con todo y ello, se la arrebataron. A los pocos meses de estar en aquel país africano, como puede suceder en medio de cualquier contienda militar, el camión donde viajaba el joven soldado pasó por encima de una mina de gran potencia y el muchacho voló destrozado.

Los restos del muchachito retornaron a Cuba dentro de un féretro totalmente cerrado, supuestamente por el horrible estado del cadáver. La madre quedó totalmente devastada, sumida en una profunda depresión y, dos días después, se suicidó, prendiéndose fuego.

Esas muertes, don agente Elpidio, no son sacadas de una obra de ficción; son una de las tantas, de las miles y miles de canalladas y vejaciones, que ha cometido contra los cubanos su alevoso y desmedido comandante durante medio siglo. Sólo un individuo con falta total de pudor y  entereza moral se atrevería a negarlo.

Agente secreto Elpidio Valdés, los cubanos hemos mal vivido, vegetado, por más de 50 años bajo un régimen cargado de anacronismos que quiere engañar a muchos, diciendo que se preocupa por el bienestar de los ciudadanos cuando, en nombre de una “ideología”, condena y descalifica a quienes le contradicen. Con la desaparición física de Fidel Castro el mundo se liberará de un gran peso. La Tierra será un lugar mucho más propicio para vivir y la infamia habrá perdido uno de sus mayores representantes.

Agente Elpidio Valdés, mi compromiso es con la democracia y así será hasta el final de mis días. Es una institución que, en efecto, puede tener sus fallas, pero siempre dentro de un espacio pluralista, transparente y, en esencia, de pragmatismo.

Los demócratas no cantan odas a las guerras como lo ha hecho, por larguísimo tiempo, el oprobioso régimen que tan vehementemente usted defiende.

Sus ofensas, sus invasiones a mi correo electrónico y su tan marcado y repugnante sarcasmo, tan esmeradamente ha aprendido del Castrismo, me convencen de que mis denuncias son fructíferas y veraces.