La protesta de Juan Carlos, el verdadero Pánfilo
Miguel Saludes
MIAMI, Florida, junio, (www.cubanet.org) -Pánfilo pasó del anonimato a la fama sin siquiera proponérselo. La frase “aquí lo que hace falta es jama” lo elevó a la cima de la popularidad, mucho más allá de la esfera del barrio habanero donde vive. Su irrupción espontánea y sorpresiva ante una cámara de video, recorrió los sitios de Internet. Desde allí fue compartida por numerosas personas que rieron con el breve momento de humor trágico. Muy pronto la imagen se convirtió en la noticia del momento. Pasó a ser objeto de interés en noticieros, sainetes humorísticos y programas serios dedicados a la cuestión socio política, quienes dieron amplia cobertura al suceso.
Todos, de alguna manera, se refirieron al cubano de a pie que pidió jama (comida) en pleno desafío al régimen Algunos comentaristas fueron excesivamente pródigos en elogios. No dudaron en aplicarle a Pánfilo calificativos tales como disidente atrevido y ciudadano valiente que reclama sus derechos ante la dictadura. El gesto del beodo fue ribeteado con descripciones heroicas y hasta hubo sugerencias de propuesta para personaje del año para el autor del acto.
Después de un silencio total Juan Carlos, conocido como Pánfilo, reaparece en otro video. Ahora de manera sosegada, sobrio, con una voz menos agresiva, aclara que no recuerda lo ocurrido en aquella ocasión. No está conciente si dijo o no aquella frase que le ha costado, según sus propias palabras, la visita de agentes de policía y de los respetables oficiales del Departamento de Seguridad de Estado.
Es increíble que la policía política de un país intervenga en un hecho tan banal. Que los comentarios de un ciudadano en estado de embriaguez disparen los mecanismos del súper control estatal, que ve peligrar la estabilidad nacional hasta en detalles tan mínimos. Pero gracias a este calibrado sistema de control es que las dictaduras, al estilo de la castrista, pueden perdurar.
Pánfilo dice cosas muy interesantes en su segunda aparición. No se desgasta en jurar sentimientos de fidelidad revolucionaria. No se escuda en una mención entusiasta hacia el comandante todopoderoso, al que no se puede transgredir ni en broma. Se limita a aclarar que la filmación problemática se hizo sin su autorización y conocimiento. Se queja del uso dado a su nombre en la campaña burlesca que tantos sinsabores le produjera. Y lo peor es que nadie, lo remarca varias veces, le envió un solo centavo por aquel material. Ni un kilo, afirma.
Pienso en esos hombres y mujeres que sostienen la vergüenza de tantos compatriotas con su actitud meridiana. Lo hacen en las calles de Cuba. Pasan trabajo como el resto de la población. A veces más por su condición opositora. Nada logra acallar sus clamores de libertad, incluso cuando son encarcelados. Lo hacen en pleno uso de razón, sin necesidad de acudir a elementos espirituosos que liberen sus lenguas y a los que posteriormente puedan responsabilizar por lo dicho. Soportan con estoicismo la persecución constante. Raras veces llega alguien para hacerles un video. Más raro aún es que lo hagan los que visitan la isla desde un cómodo exilio. Pánfilo tuvo mejor suerte por no ser un personaje político antes de su cómica escena.
Discrepo de quienes han pretendido hacer de esta parodia un acto de protesta ejemplar. Con todo el respeto que merece el individuo que se nombra Juan Carlos, envuelto en algo que no quería, y para lo que no estaba preparado, hay que señalar que los héroes que necesita Cuba son otros. Ellos reclaman derechos, el de la comida incluido. Persisten a pesar de una sociedad poco solidaria con su empeño. Existen más allá del silencio mediático, concentrado en la divulgación de cualquier nota estridente, como la del grito pro jama proferido por Pánfilo.
Los verdaderos adalides del drama cubano son esos disidentes, periodistas independientes, personas que de manera sistemática trabajan por los derechos civiles, proclamando la liberación y la dignidad plena del ciudadano ante sus derechos. Están en la Isla, haciendo de cada minuto de sus días una jornada de reclamo, exigiendo lo que necesitan tantos compatriotas, dentro y fuera. Su esfuerzo también va dirigido a esos pobres Pánfilos que ahogan su vida en el temor, la insinceridad y el alcoholismo.
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