El Miedo de Chávez a Vargas Llosa

Lázaro Rosa

ALBERTA, Canadá, junio, (www.cubanet.org) -Como buen dictador y manipulador de las conciencias nobles, Hugo Chávez no podía darse el lujo de lanzar una de sus ventosidades en medio de un debate televisado al mundo entero, enfrentándose a uno de los mejores escritores universales del momento, que también ha sido un pilar fundamental dentro del boom literario latinoamericano.

Hubiese sido una experiencia inolvidable el haber visto tartamudear como un tonto a un aprendiz de tirano, acostumbrado a sus monólogos autistas, al tratar de convencer a Vargas Llosa de que es viable en Venezuela ese llamado Socialismo del Siglo XXI, con sus atropellos y la inmovilidad de sus corroídos patrones ideológicos, después de haber sido un fracaso rotundo en la Unión Soviética y en los países del Este europeo donde, al parecer, existían condiciones objetivas más concretas para su funcionamiento. Sin embargo tal utopía interplanetaria nunca dio la talla.

Las sociedades cerradas jamás han podido progresar ni encaminarse hacia el desarrollo en ninguna zona geográfica de la Tierra. Ejemplos son los que sobran para corroborar estas palabras. Y fue ello, precisamente, lo que impidió el debate entre el simio rojo, que busca eternizarse en el poder en Venezuela, y el intelectual peruano.

De una cosa si debemos estar seguros. Si Chávez estuviese convencido de que haría quedar mal públicamente al laureado y prestigioso escritor, hubiese aceptado dicho cara a cara sin pensarlo ni la mitad de una vez. Aquí de nada le hubiesen valido al coronel sus trampas ni la verborrea facinerosa que, tan afanosamente, le enseñara su aciago instructor desde La Habana.

Sin ninguna duda Venezuela se encamina muy peligrosamente hacia una dictadura comunista de extrema izquierda. Ese es el propósito de Chávez y lo demuestra porque hasta el cinismo gélido lo ha aprehendido de su viejo mentor antillano al expresar: no me importan para nada las cosas que se hablen en el mundo sobre lo que yo haga aquí en Caracas…

Teniendo en cuenta la desvirtuada realidad de Cuba, voy a tratar ahora de mirar el futuro caraqueño apoyándome en las experiencias que he tenido como cualquier cubano que naciera bajo los expolios del resentido desafuero Castrista.

Supongamos que el ventoso de Miraflores logre atrapar el poder por 25 o 30 años más, ni que Dios lo quiera, así quedará entonces nuestro vecino caribeño para el año 2034 o, para el 2039:

Se habrá perdido la razón de ser de la familia como núcleo básico de la sociedad porque las desuniones, motivadas por los odios ideológicos, la habrán corroído hasta lo máximo. La economía será un descalabro total por lo que Venezuela, luego de haber sido un gran productor mundial de petróleo, con todo y sus inmensas reservas naturales de hidrocarburos, se convertirá en una nación dependiente e importadora de este necesario y valioso recurso. Miremos lo que pasa hoy en día en La Habana con el azúcar.

Las nuevas generaciones de venezolanos, sobre todo las que nazcan bajo el Chavismo, verán en la emigración la única manera de sentirse seguras y de labrarse un porvenir dentro de un estado de derecho que les garantice las libertades políticas. Muchos jóvenes emigrarán también deseando una vida material adecuada que, ni en sueños, alcanzarán con el comunismo.

Los ingenieros, médicos, y licenciados egresados de las universidades chavistas, usarán un lenguaje tan excesivamente impropio que llegarán al verbo soez y agresivo para ejercer todas sus funciones diarias. Se va a confundir, intencionalmente, el sentido de la modestia y la sencillez con la bravuconería barata y la guapería de las turbas “revolucionarias” fanatizadas y usadas por el régimen.

La corrupción será tan abismal y cotidiana, que muchos venezolanos no podrán comprender el concepto de honestidad, ya que se verán obligados a robar en las empresas estatales donde trabajarnn para lograr la sobrevivencia.

La identidad del venezolano de a pie se verá tan adulterada, tan disminuida en sí misma, que a muchos nacionales les dará hasta vergüenza admitir que los son.

Es amargamente trágico pero, si nos guiásemos por el comunismo cubano, crecerán de una manera alarmante los suicidios femeninos para ponerse al mismo nivel de los masculinos. Recordemos que con el Castrismo las cifras legítimas de suicidios en Cuba se han convertido en un secreto celosamente guardado por la dictadura. La razón estriba en que en nuestros días, desde la década de los setenta de la pasada centuria, Cuba se halla entre los países con más elevados índices de suicidios a nivel global.

En Venezuela, por otra parte, los extranjeros comenzarán a tener más preferencias que los propios venezolanos. Surgirá un Apartheid en hoteles e instalaciones turísticas de alta calidad por lo que a éstas no podrán entrar los caraqueños pero si los canadienses, franceses, españoles y otros visitantes provenientes de diversos países.

Las purgas políticas contra generales, coroneles y contra los miembros del propio gobierno que más tarde decidan plantarle su cara crítica a Chávez, continuarán sucediéndose hasta convertirse en uno de los escenarios más comunes dentro del contexto público de la nación.

Muchos militantes de la disidencia interna, como también los miembros de la ilegal prensa independiente, serán encarcelados sin piedad, sin motivo alguno, por una o dos décadas, por el único “delito” de denunciar los males crecientes del sistema junto a sus arbitrariedades.

Quizás Chávez imparta las órdenes de construir campos de concentración, al estilo de las UMAP del régimen cubano, para mantener confinados a los opositores y a todos los descontentos con el sistema.
El dictador lo hará por entera maldad y por su necesidad innata de reprimir. Por aquello de que, en casa se hace lo que el amo ordena.

La pobreza y la miseria se harían tan visibles, de tanta magnitud sobre la tierra de Bolívar, que el país comenzará a parecer una ruina.

De esta manera podría Chávez emparejarse con los designios de un Castrismo que ya en la isla, para ese entonces, sería un difunto enterrado e incinerado a la par de los hermanos Castro.

Sería una burla mayúscula que a rufianes perversos como Chávez y Fidel Castro alguien quiera remitirlos a la historia como héroes epónimos. Sería el mayor y más risible de todas las vulgaridades y ridículos.