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27 de febrero de 2009
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El infierno socialista 

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - En el socialismo, al menos en su variante criolla, siempre falta algo. Por regla casi general las tareas y propósitos quedan a medio hacer o no se concluyen debidamente porque a mitad del camino o a última hora algo falla; algún déficit frustra el éxito esperado. De aquí que, si pudieran escoger, las almas pecadoras preferirían que el infierno fuera socialista, porque con seguridad la candela sería intermitente o habría menos calor, pues al ser socialista, cuando no falte la leña, faltará el keroseno, o bien se agotarán los fósforos.

Este hecho, aceptado hasta por los más furibundos defensores del régimen, resulta más paradójico teniendo en cuenta el carácter planificado del socialismo donde, para cada cosa existe una entidad y un grupo de burócratas dedicado a su control y  programación. Es como si se cumpliera aquello de “En casa del herrero cuchillo de palo”. O mejor aún: “Dime de  que alardeas y te diré de que careces” .

Lo anterior queda evidenciado con la actual cosecha tomatera del país. Según el Noticiero Nacional de Televisión de las 8 de la noche, en las provincias Holguín y  Guantánamo la actual cosecha de tomates se ve seriamente afectada por la falta de cajas de madera para la recolección.

El diario  Granma publicó un amplio trabajo periodístico sobre la presente campaña tomatera en la provincia Granma, la cual califica de extraordinaria por la abundancia y el rendimiento alcanzado, al tiempo que se lamenta por la falta de envases.

La dificultad con los envases recolectores no es algo nuevo, sino un fenómeno reiterativo durante la época de la cosecha.

Ello se ve con claridad en la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Paquito Rosales, del municipio Yara. Según el jefe de producción y el programador de esta entidad agrícola los planes de siembra fueron concebidos teniendo en cuenta las necesidades de recursos materiales y de fuerza de trabajo.

De las 3 mil cajas que se necesitan para el envase del producto, el municipio solo dispone de 480. Se estima que en la fecha pico de la cosecha, a finales de este mes, se dispondrán de unas mil cajas que, aunque representan sólo la tercera parte de las necesarias, garantizarían  el procesamiento diario de la industria.

Otros se muestran más alarmados y se preguntan lo que podría pasar a fines de febrero o en marzo cuando se dispare la maduración del fruto.

El problema no es tan sencillo y depende de muchos factores; desde una buena gestión por parte de las unidades dedicadas al acopio del fruto, el transporte y el combustible, hasta del ritmo de procesamiento de las fábricas de conservas, donde a veces permanecen congelados los contenedores repletos debido a paralizaciones de las industrias.

En fin, todo este embrollo de problemas y dificultades surge siempre que el estado se convierte en el único gestor y promotor de algo tan complejo y versátil como la actividad económica. Cuando el ritmo natural y espontáneo de los esfuerzos dirigidos a proporcionar bienes y riquezas es usurpado por un grupo de burócratas, lo único que se consigue es entorpecer y paralizar el proceso.

La problemática que nos ocupa, insoluble en una economía como la nuestra, resulta perfectamente soluble cuando el esfuerzo privado se encarga de materializarla; cuando la intención particular, buscando el provecho propio, garantiza algo tan sencillo e indispensable como los envases contenedores para la cosecha de tomates.

 

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