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25 de febrero de 2009
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Desorden  

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Es sólo un botón de muestra, una brizna, algo simple e intrascendente dentro del universo del desastre. El hecho de que se hayan detectado en la provincia Villa Clara, el año pasado, un total de mil 251 violaciones a la legalidad en 107 verificaciones fiscales realizadas, no es una noticia que sorprenda. Es parte de la hoja clínica de la revolución. Nada hay de extraño en un detalle de rutina sobre el cuerpo enfermo del sistema político que rige en Cuba.

Por increíble que parezca, el proyecto socialista no puede funcionar sin esta suerte de anarquía controlada. Hay una zona de tolerancia de borrosas fronteras donde se puede practicar el hurto, la malversación, el soborno y otras acciones desgajadas del árbol del delito.

Tales prácticas han nacido y evolucionado junto al proceso liderado por el partido comunista. El arraigo de una mentalidad asentada en valores torcidos a partir de las imposibilidades de encontrar medios legales para la subsistencia, es una realidad presente en el universo conceptual de jóvenes y adultos.

El robo en las diversas instancias del Estado cuenta con un grado de rechazo imperceptible. Millones de personas lo llevan a cabo diariamente, sin que el remordimiento llegue a salpicar las orillas de su conciencia.

Quiénes lo persiguen y condenan, sólo cumplen un propósito que evidencia su naturaleza retórica, o si acaso buscan un golpe quirúrgico que sirva para regular el caos.

Los índices de gobernabilidad no deben descender a niveles críticos, y en eso sí hay celo por parte de las autoridades. Los límites del desorden están delimitados. En eso no hay dudas.

En 50 años bajo estos códigos no ha habido crisis que no haya sido atajada a tiempo. Para eso sobran policías, soplones y personal capacitado para abandonar temporalmente sus tropelías y participar como perseguidores de ilegalidades.

La magnitud de los hechos inclina a pensar en una previa aceptación de los procedimientos ilícitos como un elemento con doble utilidad para el régimen: válvula de escape a la presión social y elemento para facilitar el control de la ciudadanía a través del chantaje.

No es preciso esforzarse demasiado para comprender que la amplia red de informantes se nutre de muchas de las personas sorprendidas en algún evento realizado al margen de las leyes.

Las deformaciones sociológicas atribuidas a este fenómeno constituyen una amenaza para la articulación de una sociedad post comunista. La total pérdida de referentes cívicos, educativos y morales, podría entorpecer el proceso y agotar en breve tiempo los esfuerzos invertidos con este objetivo, permitiendo la consolidación de mafias, redes  de prostitución infantil, mayores corruptelas, entre un vasto universo de situaciones degradantes.

Publicar en la prensa oficial lo sucedido en las inspecciones realizadas en Villa Clara, no cambiará la topografía de la catástrofe.

De acuerdo a la información el monto de las pérdidas ascendió a cinco millones de pesos y más de 85 mil en moneda convertible. Una bagatela de lo birlado a escala nacional.
En Ciudad de La Habana, a pesar de la ofensiva, prosigue la anarquía. El mercado negro no tiene rival y con seguridad se puede afirmar que las cosas seguirán el mismo curso.
Si se atrevieran a dar la suma total de los daños económicos y financieros provocados en el país, a causa del robo en las dependencias estatales, tendrían que aceptar el fracaso de su gestión durante el medio siglo de gobierno. Dudo que tengan el valor de hacerlo.

Los principales gerentes de las dictaduras no suelen inclinarse por el haraquiri. Ellos aman con delirio los aplausos, las lisonjas y los bienes materiales. Nadie que tenga uso de razón abandona voluntariamente el paraíso.

En Cuba, los medios utilizados por la nomenclatura para construir esas parcelas de abundancia distan de ser legales, pero ellos tienen  las pistolas y los calabozos. Las ilegalidades, en las cumbres del poder y sus zonas intermedias, cuentan con un generoso margen de discreción. El que nunca va a existir en los distritos del proletariado.

oliverajorge75@yahoo.com  

 

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