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24 de febrero de 2009
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Remedio para no pensar

Laritza Diversent

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Ernesto tiene 39 años y un nivel educacional básico. Es casado y con tres hijos, dos de ellos adolescentes. No labora con el Estado, pero a diario sale en busca de trabajo por cuenta propia.  

Limpia un patio, trabaja en construcción de viviendas particulares, etc. No tiene una ocupación específica, pero hace cualquier cosa para vivir. Trabajar en la calle, para él, representa más ingresos que un salario mensual. Pero tampoco es suficiente.   

Antes, cuando recostaba la cabeza en la almohada, pensaba de qué forma iba a resolver las dificultades económicas del día siguiente. El pago de los equipos electrodomésticos que compró “gracias a la revolución energética”, la manutención de los hijos, la comida, reparar la casa.  

En ocasiones anteriores, la desesperación lo llevo a delinquir para obtener dinero. Hace seis meses salió de la prisión luego de de cumplir una condena por hurto y sacrificio de ganado mayor. Desde entonces decidió no pensar antes de dormir. Ahora, del dinero que busca, saca 10 ó 20 pesos para comprar ron y olvidar sus problemas.  

Las discusiones con su esposa y los consejos de su madre no pudieron evitar que Ernesto se convirtiera en un alcohólico. Su jornada comienza a las seis de la mañana, en el bar de la esquina, donde bebe el primer trago del día. Termina dando tumbos y hablando solo de regreso a casa. 

Casos como el de Ernesto son cada vez más frecuentes en Cuba. A cualquier hora del día usted se encuentra un borracho. En los ómnibus se sienten los alientos etílicos. Se ven en los bolsillos traseros de los pantalones pomitos de refrescos que contienen ron. En la calle, una  persona habla sola, producto del delirio alcohólico. En una esquina o en un parque, jóvenes y adultos reunidos se pasan una botella.  

Es difícil encontrar un puesto donde comprar viandas, vegetales o carne. Sin embargo, en los establecimientos estatales de gastronomía no falta el ron. En cualquier barrio se encuentran dos o tres puntos ilegales de venta de bebidas alcohólicas no procesadas debidamente. Se conocen como “chispa de tren” “azuquín”, “caballo blanco”, “walfarina”.  Por sus bajos precios, son las de mayor demanda.  

El cubano, en su lucha por la supervivencia, crea fábricas para filtrar alcohol desnaturalizado, no apto para el consumo humano. Las consecuencias son funestas para la salud, sobre todo con el aumento de las enfermedades hepáticas.  

El alcoholismo en Cuba es un fenómeno social negativo en ascenso. Afecta tanto a hombres como a mujeres. La ingestión de bebidas es el acicate contra las frustraciones e impotencias. Un escape de la dura realidad que vive la mayoría de los cubanos. Un remedio para no pensar

laritzadiversent@yahoo.es 

 

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