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20 de febrero de 2009
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Vale, chaval y ¡que viva la madre patria!

Valentina Cueto

LA HABANA, Cuba, febrero, (www.cubanet.org) –La nueva ley española de la Memoria Histórica permite que los nietos de aquellos españoles que tuvieron que renunciar a su nacionalidad por motivos políticos puedan adquirir la ciudadanía de ese país. Este hecho ha causado enorme revuelo entre los cientos de miles de cubanos descendientes de los “gaitos” que, desatinados, desempolvando viejos documentos, se han dado a la tarea de convertirse en ¡ESPAÑOLES!

El sentido de lo nacional estuvo fuertemente enraizado en los cubanos desde los tiempos de la colonia. Figuras como la de Arango y Parreño, próceres del Autonomismo, abogaban tímidamente por la aplicación de reformas que permitieran a Cuba sacudirse la tutela hispana. El Padre Félix Varela, el escritor Cirilo Villaverde y otros intelectuales de su época fueron más radicales y demandaron la independencia total de la metrópoli. Entonces, ser cubano era motivo de orgullo; toda vinculación con lo español era considerada un estigma vergonzoso.

Para ser cubanos se fueron a las maniguas de Cuba cientos de miles de patriotas de diferentes razas y condiciones sociales, hermanados por el sentimiento de una nacionalidad que no se les quería reconocer. Céspedes, Agramonte, Maceo y Martí no hicieron concesiones: querían ser verdaderamente cubanos. Y para lograrlo entregaron hasta sus valiosas vidas.

Y como todo lo noble fructifica, Cuba fue declarada república el 20 de mayo de 1902 y los nacidos en España que decidieron permanecer en la isla tuvieron que acatar las nuevas reglas: eran inmigrantes, extranjeros. Hasta 1958, Cuba continuó recibiendo un interminable flujo de inmigrantes españoles que querían vivir en Cuba y crear familias cubanas.

La mayoría de los hijos y nietos de los españoles que nacieron en Cuba estaban orgullosos de su condición de cubanos. España era solamente el terruño de los padres y los abuelos; hoy, es una especie de tierra prometida, una nueva Jerusalén que todos quieren alcanzar. El sueño americano ha perdido terreno, la meca está en la Unión Europea.

Las enormes colas de cubanos aspirantes a españoles colman los alrededores del consulado español en La Habana. San Internet hace el milagro de localizar olvidadas inscripciones de nacimiento, certificaciones de matrimonio y partidas de bautismo en las más recónditas aldeas de la geografía ibérica.

Recientemente escuché a una secretaria cubana exclamar “vale, vale” mientras conversaba por teléfono. En cualquier momento nuestros criollos piropos callejeros  serán suplantados por frases castizas y en lugar de oir : “mama, ¿todo eso es tuyo?”, las cubanas nos resignaremos a escuchar algo así como “Hala, guapa, ahí va la buena moza”.
Nada, que la Madre Patria está en el bombo, chaval… 

 

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