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19 de febrero de 2009
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Nuevos Pepes

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Desde diciembre de 2008 los hijos y nietos de españoles aumentamos nuestro prestigio en la isla, aunque no tanto como los hispanos que llegan como turistas, o los compatriotas que vienen del exilio a visitar la familia, cuya valía se multiplica con los dólares, la generosidad y las cosas que cuentan de otras latitudes.

La Ley de Memoria Histórica aprobada por el Estado español disparó los sueños de evasión de millares de cubanos. El consulado general de la nación ibérica, ubicado frente a la bahía de La Habana, es el lugar más concurrido de la capital desde hace dos meses. Solo la Oficina de Intereses de los Estados Unidos y la Oficina de Refugiados de ese país le hacen competencia en solicitud de entrevistas, formularios, viajes y esperanzas.

El viernes pasado obtuve cita por Internet para el 25 de agosto de 2010. Días antes el señor Pablo Barrios, cónsul de España en nuestra capital, informó que existían 25 mil solicitudes por esa vía. Añadió que su entidad espera procesar a 150 mil cubanos en los próximos dos años; de ellos, el 20% son hijos y el resto nietos de españoles. Hasta el momento están aprobados 350 expedientes, el primero de los cuales fue un médico de 37 años que ya partió hacia Valencia con su nueva ciudadanía.

El potencial de descendientes es enorme, pues los españoles, peninsulares  y canarios, emigraron a la isla después de la ruptura política de 1898. La llegada de peninsulares a Cuba se mantuvo hasta 1933 y se renueva con la Guerra Civil Española (1936-1939). La situación de la antigua Madre Patria, la necesidad de mano de obra en Cuba, y los nexos históricos y familiares, favorecieron la llegada de cerca de 100 mil inmigrantes en la primera década del siglo XX.

El Censo de 1931 reconoció un total de 599 mil 006 inmigrantes; de los cuales, 284 mil 819 son españoles, quienes representaban el 47,5 de los extranjeros; entre los que figuraban 25 mil 265 franceses y 7 mil 195 norteamericanos, seguidos por haitianos, jamaiquinos y otros grupos étnicos. La población cubana rebasaba los tres millones de habitantes.

Fue notable en la vida urbana y rural de nuestra isla la presencia de los gallegos, asturianos, canarios, catalanes, andaluces y vascos, quienes incidieron en el comercio, la industria azucarera, la agricultura y el tabaco, además de edificar instituciones benéficas e influir en la prensa y la cultura hasta 1958.

Con el declive del proceso revolucionario y la crisis económica de los años 90, el gobierno de los hermanos Castro (hijos de un inmigrante gallego enriquecido en Cuba), volvió la mirada hacia España, cuyos inversionistas construyeron hoteles y apuntalan al régimen en otros rublos esenciales.

Son tantos los nexos humanos, económicos y gubernamentales entre España y Cuba que desde aquí apreciamos la Ley de Memoria Histórica como un acto de justicia. Los que llegaron y forjaron familia reviven en sus hijos y nietos, ocupados ahora en obtener el certificado literal de nacimiento o la fe de bautismo de sus ancestros para acceder al consulado con los papeles en regla.

Demostrar nuestro origen español y obtener la ciudadanía de la Madre Patria equivale a un boleto de avión que abre las puertas de Europa. ¿Será por eso que nos llaman los nuevos Pepes y las chicas más guapas nos proponen matrimonio? 

 

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