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19 de febrero de 2009
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Encuentra hogar la perra Porla

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, febrero, (www.cubanet.org) -Entre las jineteras de La Habana, allá por los inicios del dos mil, se hizo proverbial la perra PORLA, animal mitológico que, aun sin poseer un cuerpo físico, imponía su presencia en las calles, en tanto expresión y símbolo de supervivencia.

Cada vez que un cliente extranjero invitaba a comer o a merendar a una jineta –y debía hacerlo siempre, como trámite forzoso-, ésta le pedía que ordenase algún comestible extra para llevárselo a la perra PORLA. El nombre de la perra era una sigla que en su pícara jerga significaba algo así como: para la perra hambre que voy a pasar "por la" noche, una vez terminada la faena.

Pues bien, por lo que parece, tal vez la perra PORLA ya no se verá obligada a pasar sus noches a la intemperie y hambrienta. Finalmente ha encontrado hogar.

Envueltas en la corriente de cambios que experimenta hoy la Isla dicen que para perfeccionar el socialismo, las prostitutas habaneras están dejando atrás su merodeo en las calles para reorganizarse en burdeles, cuya existencia, si bien es más vieja que escupir, al menos nos pone a tono con la práctica de grandes ciudades en el mundo real. Y de paso también nos devuelve una porción de nuestro tan añorado paisaje urbano de la década de los 50, en el siglo XX.

Renacen por acá los burdeles de distintos tipos y categorías. Desde las discretas y, digamos, distinguidas Casas de Cita, con facilidades de acceso previo, mediante fotos y videos para elegir el producto, y con amplio rango para el servicio de ofertas por encargo; o desde los Salones de Baile, con su novedad en la apariencia de fiestas familiares; hasta el pobre bayú de cuartería, infectado de veteranas y veteranos sin dientes, artífices de la succión, o con asentaderas monumentales, aunque ya fofas, para sodomitas de bajo presupuesto.

Tal vez por eso la prensa extranjera acreditada en La Habana, siempre tan proclive a irse con la de trapo, no le dedica ya espacios al jineteo. No porque no continúe siendo un tema revelador de nuestras miserias. Menos aún porque, como han reportado algunos -supongo que mintiendo a conciencia-, la práctica ha ido disminuyendo en los últimos tiempos, sino porque al situarse en línea con el mundo (visto el mundo en su ángulo más oscuro), la prostitución de aquí dejó de interesarles, aunque sólo como noticia, se entiende.

El hecho es que lejos de disminuir, aumenta y se bifurca, ahora mucho mejor organizada. También sin la presión del policía callejero de patrulla, por más que no fuera del alcance del chantaje policial. Incluso, su radio de operaciones ha conseguido penetrar los exclusivos ámbitos del anuncio a través de Internet. Ahora es un dulce al alcance de todos. Para cada llanto ofrece un biberón. Y para cada bolsillo, un precio diferenciado. O si no que lo digan los solidarios visitantes de la izquierda latinoamericana y la europea y la estadounidense.

En fin, al menos nuestras jinetas ya no tendrán que achicharrarse bajo el sol, sudando el sudor de su cintura en las calles, y escoltadas siempre por la perra PORLA.

 

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