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16 de febrero de 2009
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Ojo de águila

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Ni rabo de león ni cabeza de ratón. En estos días estamos para el ojo del águila. Mucho tiene que ver en ello el filme Eagle Eye, de reciente estreno en los Estados Unidos, pero que ya ha sido visto por miles de habaneros, gracias a los bancos ilegales para el alquiler de películas. Por cierto, estos bancos sí es verdad que constituyen uno de nuestros mayores avances de los últimos tiempos, pues por vez primera en medio siglo estamos actualizados en cuanto a la filmografía internacional, al módico precio de 5 pesos.

Por una jarana del azar, tales bancos distribuyen aquí Eagle Eye justo en el momento en que el régimen pregona que casi medio millón de cubanos hace uso ya de la telefonía celular, al tiempo que promete continuar ampliando este servicio. De ser uno entre nosotros hoy, el excelso Benito Juárez tal vez diría, parafraseándose a sí mismo: “Pobres habaneros, tan al alcance de Hollywood y tan a merced de la tiranía totalitaria”. 

Eagle Eye, cuyo argumento parte de una idea original de su productor ejecutivo, Steven Spielberg, es una película  sobre el terrorismo, pero en plan de ciencia-ficción. De la trama sólo viene al caso un detalle: hay una escena en que los protagonistas, perseguidos, acosados por malévolas fuerzas, muy potentes y ocultas, que los convierten en peones a su servicio, comprenden que todos los teléfonos celulares de la ciudad están tomados por esa fuerza, la cual utiliza la telefonía móvil para controlar y manipular a los ciudadanos.

Nada más hizo falta para que a nuestros paisanos se les inflamara el magín y echaran a rodar la bola.

Así que ahora andan diciendo en todas las esquinas que claro que sí, que era de esperar, que ya sabían ellos, que no gratuitamente el ministro de Informática y Comunicaciones se muestra interesado por ampliar los servicios de la telefonía celular. En fin, lo de siempre, paranoia por inoculación alevosa y continuada, más nuestra natural tendencia al vuelo de la chiringa, más la desconfianza, crónica, irremediable, sembrada por el régimen en cada acto, aún en cada reflejo. Y por si fuera poco con el toque hollywoodense como nuevo valor agregado.  

Cuentan que según confesión del propio Spielberg, su mayor aspiración cuando escribió el argumento de Eagle Eye era que los espectadores salieran del cine asustados y apagaran sus teléfonos móviles. Es posible que esa aspiración no haya sido satisfecha por los estadounidenses, más metidos en la cuerda de Hollywood y mucho menos alebrestados que nosotros. Pero en cuanto a los espectadores habaneros, Spielberg se quedó corto. Porque no sólo se muestran asustados después de ver el filme sino que, además, han enriquecido la trama.

Es para desmollejarse de la risa, pero sin perder de vista el drama y la perenne zozobra que yacen en el fondo.

 

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