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12 de febrero de 2009
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Aquella escuela de Santos Suárez

Asela Vega. 

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - A raíz de un artículo publicado en esta página con el título Una escuela en Santos Suárez, el pasado diciembre, la madre de un niño compañero de clase de mi hijo decidió hacer justicia por cuenta propia. 

Al final del día, cuando mi hijo Adán llegó a casa le pregunté cómo le había ido, si realizó algún examen, si tenía tareas pendientes. Entonces me dijo que la  semana anterior había tenido una pelea con Pablito, un niño de su grupo, algo sin importancia, pero que había tenido que defenderse porque el niño lo había agredido física y verbalmente. 

Al principio lo tomé como un asunto propio de niños de su edad, que pronto se resolvería. Decidí no intervenir, porque pienso que los niños deben resolver sus diferencias entre ellos, siempre que las cosas no se extralimiten. 

Otro día, a la salida de la escuela, Adán se encontró con la madre de Pablito quien, alterada, lo abordó y le dijo que no se metiera más con su hijo. Cuando Adán vio que la señora iba a seguir regañándolo, le dijo que ella no era su mamá ni su maestra, que lo dejara tranquilo. Ella se quejó a la maestra alegando que Adán le había faltado el respeto. 


La situación se ha tornado insoportable, ya que las peleas entre ambos niños ahora son diarias y siempre Adán es el agredido. Pablito, para buscar problemas, le dice a Adán que su mamá es una perra. La chispa se enciende y los dos se enroscan nuevamente a golpes.
Este viernes pasado, a la salida de la escuela, la madre de Pablito enfrentó de forma más enérgica a mi hijo y esta vez fue ella la que le dijo que sí, que su mamá es una perra y otras palabras que prefiero no repetir. 

Al darme cuenta que el origen del asunto gira en torno a mí, decidí hablar con la señora. Mi esposo y yo fuimos a su casa y le preguntamos qué sucedía. Ella dijo: “Ustedes son unos gusanos contrarrevolucionarios y yo no voy a parar hasta que cambien a su hijo de escuela, porque yo no quiero que mi hijo estudie con el suyo”. 

Fuimos entonces a la estación de policía de la avenida Acosta, para hacer una denuncia por acoso. Los oficiales escucharon todo y casi se rieron de nosotros. Según ellos, esa denuncia no procede porque nuestro problema es asunto de la Seguridad del Estado y ellos no tienen nada que ver en esto. 

Ahora Adán tiene miedo a la hora de irse para la escuela. Me dijo que no lo fuéramos a buscar porque él es grande y le da vergüenza, y que de ahora en lo adelante va a salir del aula después que Pablito se vaya. Me siento atada de pies y manos, ya que Adán tampoco quiere cambiar de escuela; además,  esa no sería la solución. 

Si desea leer a Parte I y II, haga click en la línea correspondiente:

Una escuela de Santos Suárez (I parte)

Una escuela de Santos Suárez (II parte. Final)

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