La pesadilla de los hermanos Correa

Tico Morales, APLA

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Cuando Eusebio, Evaristo y Eduardo Correa pidieron un pedazo de tierra donde pastorear sus vacas en una empresa mixta con el gobierno, los tres hermanos, vaqueros de pura cepa, jamás imaginaron las penurias que pasarían trabajando para el Estado.

Hombres vigorosos,  guajiros rudos, vieron llegar hasta su finca en Viscusia, situada en los límites de la provincia Ciego de Ávila y Sancti Spiritus, al Jeep de la Empresa Municipal de Suministro Agropecuario de Chambas. Uno de los tripulantes les comunicó que traía un cheque a sus nombres para que se presentaran en una tienda de Morón a comprar aperos de labranza para desarrollar su trabajo en el campo.

A Morón se fueron los Correa, para vivir sus pesadillas y pagarlas, como guajiros que eran. Eusebio y Eduardo pidieron puntillas para el techo de su vaquería, y sogas para el trabajo de enlace del ganado. Las sogas no se las vendieron aludiendo que se habían destinadas al sector porcino. Los hombres se quedaron perplejos porque los criadores de cerdos no necesitan sogas, a no ser que ahora estos animales se vayan a pastorear a lazo.

Por su parte, Evaristo, con la típica inocencia de los hombres de surco pidió herraduras para sus bestias. Se quedó mudo de asombro cuando le comunicaron que las mismas eran reserva de guerra.

Los hermanos Correa regresaron a Viscusia con un cubo de agua fría en sus cabezas, pensando que todo había sido una tomadura de pelo, y juraron vengarse.

Ahora los Correa se niegan a entregar los 100 litros de leche que le correspondían a la empresa del gobierno, aún cuando los han amenazado con quitarles los animales y hasta la casa familiar. Ellos no son violentos, jamás han reclamado, incluso teniendo la razón; pero la paciencia tiene un límite. Y hasta allí llegó la paciencia de los hermanos, porque la leche que producen –dicen a coro- también es una reserva de guerra.