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5 de febrero de 2009
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Perder el tiempo

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - En  un e-mail, el doctor Pedro García lamenta que me haya quedado corto en un párrafo de “La nostalgia es una sola”, publicado a finales de enero en CubaNet. En dicho artículo, me refería, entre otras cosas, a las vicisitudes de los cubanos que aspiran a emigrar a los Estados Unidos a través del sorteo de visas. 

En el párrafo en que, según el doctor García, “me quedé corto”, decía que son menos de las 20 mil pactadas (bajo  presión del éxodo masivo) en los Acuerdos Migratorios de 1994, las visas otorgadas a Cuba anualmente por el gobierno norteamericano.  

Muchos cubanos (la mayoría sin calificación profesional) no clasifican para obtener las visas ante las puntillosas autoridades norteamericanas. Los aprobados, luego, tienen que esperar por la magnanimidad del Ministerio del Interior para que les conceda las tarjetas blancas que les autorice a salir de su país.  

Sé que, sobre el asunto, todo lo que se diga es poco. Paso a menudo por el vigilado parque de El Vedado, frente a una funeraria, donde las personas esperan su turno en la larga cola para ser atendidos en la Sección de Intereses de los Estados Unidos. Tiemblan sus manos, se rascan la cabeza, fuman como condenados, se comen las uñas. He visto la frustración en los rostros. Se puede oler el dolor de los sueños y las  familias rotas.  

He escuchado a veces lo que hablan. Algunos ancianos lo hacen entre sollozos. Aunque no sea tan famoso como el  Muro de Jerusalén, al parque de Calzada y K lo llaman con razón  “el parque de las lamentaciones”. 

El nuevo sistema implementado por las autoridades norteamericanas para la concesión de visas a cubanos no parece ser la panacea. Afirma en su e-mail el doctor García que hay alrededor de 10 mil familias que esperan por las dichosas visas del llamado bombo, muchas aún sin la entrevista previa.  

La familia García es una de ellas. El correo se atrasó (nada extraño en Cuba) y documentos de mayo de 1999 llegaron a sus destinatarios en diciembre de 2005. 
Ahora  la familia del doctor Pedro García tiene en sus manos un gran sobre amarillo que contiene papeles oficiales del gobierno norteamericano. Después del retraso de 6 años (del que no tuvieron culpa), han pasado más de 2 y no reciben respuesta alguna.  

Como en un angustioso relato de Kafka, los García están doblemente detenidos en el tiempo. “Algo mejor que el compatriota que llevó casi dos meses en un aeropuerto de Costa Rica, pero muy parecidos a él”, dice el doctor. 

Al atribulado médico se le ocurrió enviar un e-mail a un periodista independiente como quien tira una botella al mar. Por mi parte, sólo puedo escribir para que se conozca su caso. Espero no perder el tiempo.

luicino2004@yahoo.com  

 

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