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4 de febrero de 2009
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La ciudad de las calumnias

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Ciudad de La Habana aún no ha sido descubierta, porque (como dicen muchos habaneros) las potencialidades para aumentar la producción mercantil que existen en la capital se encuentran en estado de virginidad.

Tal parece que Sebastián de Ocampo no ha realizado el bojeo a la Isla. Que los tambores del cabildo en la ciudad están por repicar, y los culíes chinos comienzan un lento desembarco en las fangosas callejuelas que nacen en la bahía. Todavía la bandera de la estrella solitaria no ha sido izada en el morro, y el desembarco de los marines y la guerrita de los negros están por comenzar.

De acuerdo con lo expresado en las plenarias económicas efectuadas en la capital, el espectro de Yarini aún deambula por las calles de Jesús María y San Isidro, y a la prostituta apodada La Colorá todavía le sangra el rostro por el navajazo que le propinó La Santiaguera.

Francisco de Albear traza en la soledad de su vivienda el esbozo del acueducto; Carpentier aún no la ha llamado la ciudad de las columnas, y Lezama comienza entre volutas de humo y silbidos causados por el asma, su libro de poemas Enemigos rumor.

Pero entra la caravana de la victoria en la capital y un enjambre de pueblo, crucifijos, collares, barbas y melenas al aire yacen como tinta muerta en un papel que lee Juan Contino Aslán, Presidente de la Asamblea del poder Popular.

“Lograremos alcanzar un superávit” –dice, después de 50 años de victorias. Sólo tendrán que barrer el estancamiento en la productividad, calentar los tambores y reverenciar a los chinos. Sólo hace falta una misa para que los cientos de yarinis fantasmales puedan descansar en paz. Con ofrecer un bien remunerado empleo a todas las Colorás, salvarán la situación.

También es necesario acabar con los robos y la corrupción que, aunque sólo dejaron pérdidas ascendentes a ocho millones de pesos en las unidades presupuestadas de la capital, no se ven bien.

Y aunque el déficit ocasionado por la falsificación de nóminas, la compra de artículos que no son imprescindibles, las plantillas infladas, el pago a ciegas de la telefonía y el alumbrado público, no generaron pérdidas millonarias, es preciso parar.

Pero como están hundidos en la corrupción, el robo, la ineficiencia, la improductividad y el desaliento, hace falta otro Cristóbal Colón que nos descubra y diga dónde escondió las potencialidades de la capital. Sólo así lograrán encontrar eso que llaman superávit, y no es más que una rara avis en la ciudad de las calumnias perdida bajo la economía en crisis del país.

 

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