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3 de febrero de 2009
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No hay dulces para todos

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Dentro del conteo de males creados por la revolución socialista, se sitúa en un lugar privilegiado la distribución desigual de los bienes de consumo, sobre todo los que se entregan a los trabajadores como gratuidades y estímulos.

Hace unos días Raúl Castro se dio cuenta del problema y prometió resolverlo, aunque no totalmente. Un ejemplo de este asunto de estímulos y gratuidades es el Circulo Social Obrero Los Marinos, perteneciente al Sindicato Nacional de la Pesca, donde se encuentra encerrada entre muros vigilados por numerosos custodios, la mejor playa de Jaimanitas, vedada a la población, como fue antes de 1959, cuando pertenecía a la Marina de Guerra de Fulgencio Batista.

En este círculo social se celebran las fiestas de las empresas pertenecientes a la industria pesquera. Cuenta con una plantilla de ciento veinte trabajadores, distribuidos en los departamentos de recreación,  recursos humanos, gastronomía, servicios, contabilidad,  concomía, mantenimiento, seguridad, protección y gerencia.

Los trabajadores de este club social, por resolución ministerial, reciben en Navidad una bolsa que contiene una caja de pollo (32 kilogramos), diez kilogramos de pescado fresco, dos pomos de aceite, arroz, frijoles, jabones, champú, desodorante, detergente, frazadas de piso; un regalo incomparable en un país inmerso en una crisis económica interminable.

El día de la repartición de la “jaba” se distingue por el revuelo que se arma. Los trabajadores del círculo tienen que apoyarse en sus familiares y amigos para mover el cargamento de productos hasta sus casas. El trasiego levanta el recelo justificado de la población, que tiene que inventar en el aire para pasar más o menos las fiestas navideñas.  

Oros centros de trabajo de mayor importancia, escuelas, universidades, hospitales, no reciben absolutamente nada adicional cuando se acerca el año nuevo. Parece que, al revés de lo que proclamaba el Presidente Ramón Grau San Martín, en esta piñata no hay dulces para todos.

 

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