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2 de febrero de 2009
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Soñar y esperar

Leafar Pérez

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – ¿Sabes a quién le compraste el maní? , me preguntó un transeúnte, y él mismo se respondió la pregunta:
-A La Pantera de Oriente, el mejor boxeador de Cuba en la década del sesenta.
Aquello me hizo reparar en la figura del anciano. Pregonaba su mercancía con voz cansada y monótona. Me había sonreído, como forzado, al alcanzármela. Se alejó arrastrando sus pies, como quien ya está cansado de los avatares de la vida.
La curiosidad me forzó a indagar.

Félix Betancourt, apodado la Pantera por el color cetrino de su piel y la elegancia de sus movimientos en el ring, realizó 120 combates, de los que ganó 114. Posee el récord de más peleas ganadas por fuera de combate en el primer asalto, 51 KO. A esto hay que añadir otras treinta peleas terminadas antes del tiempo reglamentario.

Ganó medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de Kingston, Jamaica, en 1962 y San Juan, Puerto Rico, en 1966. Medalla de bronce en los Panamericanos de Sao Paulo, en 1963, aunque Félix asegura que le quitaron la pelea por el pase a la discusión del oro. Múltiples torneos ganados durante competencias en los desaparecidos países del bloque comunista.

En Cuba era tan popular y sus resultados tan buenos que las autoridades lo seleccionaron para ser el abanderado de la delegación cubana a los Panamericanos de 1963; honor reservado en cualquier país a los mejores deportistas.

Cuenta con orgullo su encuentro con el emperador japonés Hirohito en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964. Fue declarado Ciudadano Ilustre por las ciudades de Toronto y San Juan. Al ganar el oro en el Pre-olímpico de México en el 1965, le entregaron la Copa Benito Juárez al atleta más destacado del torneo. Logró cuatro victorias por KO frente a sus contrarios en cinco peleas. 

El ocaso para su carrera deportiva llegó cuando se negó a participar en los Juegos Olímpicos de México ´68. A inicios de ese año falleció su madre y esto le afectó mucho. Necesitó meses para sobreponerse. Pero el régimen nunca le perdonó no aceptar una orden. Fidel Castro le llamaba su deportista preferido y tenía depositadas grandes esperanzas en él para que ganara un oro en la Olimpiada.

Continuó sobre el ring hasta 1972. En un torneo Playa Girón fue despojado tan a las claras de un triunfo sobre Emilio Correa, que juró no volver a pelear. Ahora vende maní tostado y otras cosas para sobrevivir. Vive junto a su segunda esposa en una pequeña casa a punto de desplomarse.

La Comisión de Atención a Atletas Retirados del INDER, institución rectora del deporte en Cuba, le ha prometido de todo. Lentes, ayuda alimentaria, un auto y una vivienda nueva. Lleva años esperando que cumplan las promesas.

En la sala de su casa, junto a los muebles que eran de su madre y un gran crucifijo, hay una foto grande de la delegación cubana desfilando en los Panamericanos de 1963. En el centro, Félix Betancourt Estévez. Quizás, al preparar los cucuruchos de maní Félix la mire y sueñe todavía. Soñar y esperar, es lo único que le queda.

 

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