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29 de enero de 2009

 

OPINIÓN DE LOS LECTORES
 

El ser humano, y la familia, como centro

Adrián Leiva 

MIAMI, Florida, enero, (www.cubanet.org) -El individuo, como sujeto, y la familia, son la base misma de cualquier sociedad. Cuando por razones ideológicas o de otra naturaleza este principio se ignora, y una sociedad convierte al ser humano en objeto, la sociedad y todas sus estructuras se distorsionan, generándose graves conflictos internos y la pérdida de los valores propios de cada pueblo y nación. 

La historia moderna nos muestra claros ejemplos de esto; desde el fascismo hasta el totalitarismo estalinista, cuyas consecuencias sufrieron varias generaciones de seres humanos. Con matices propios, pero con el mismo resultado, el pueblo de Cuba ha transitado por está realidad durante los últimos cincuenta años. 

El sistema imperante en Cuba, lucha actualmente consigo mismo y  se ahoga en sus propias contradicciones y en el inmovilismo. Sabiéndolo, tanto las autoridades de Cuba, como la sociedad dentro de la Isla y los cubanos diseminados por el mundo como resultado de la masiva emigración provocada por la dictadura, se muestran preocupados por el rumbo que tomaran los anunciados cambios que, se espera, deban producirse dentro de Cuba. 

La llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos, abre grandes y variadas expectativas en relación con las futuras relaciones entre los dos países y su repercusión en la vida de los cubanos.  

En estas horas de cambio se alzan muchas voces civiles de cubanos, dentro y fuera de la Isla. Proyectos y propuestas que abordan distintas aristas de nuestra realidad, como expresión del derecho que nos asiste como pueblo. Todas las propuestas llevan más de buena voluntad que de la fuerza necesaria para su ejecución, ya que en Cuba el control total del poder está en las manos de un gobierno completamente reacio al pluralismo, que ve al pueblo como una comparsa para llenar plazas públicas en actos de apoyo, y utiliza al uní partidista parlamento para “legitimizar” sus decisiones, siempre en función de mantener el poder totalitario; nunca para proteger el derecho ciudadano al ejercicio de las libertades públicas. 

Llama la atención que, de manera casi unánime, todas las iniciativas que han surgido de la emergente sociedad civil, dentro y fuera de Cuba, se centren  primordialmente en los derechos políticos y económicos, relegando el tema del ciudadano como ser humano, la familia y sus derechos más elementales a ser parte de la Patria, a un segundo plano. Salvando las distancias, en este aspecto, oficialismo y sociedad civil parecen incurrir en el mismo error en sus propuestas. 

A lo largo de nuestra historia, los proyectos políticos casi siempre han llevado a los cubanos a fracasos sociales. La llamada revolución es la muestra más obvia de esta afirmación. 

En términos casi absolutos, con la excepción de la iglesia católica de Cuba, ninguna institución o grupo civil, ni religioso, ha abordado la búsqueda de un entendimiento nacional situando al ser humano y la familia como centro y razón de las trasformaciones que deben originarse en nuestra nación. 

Si es que realmente deseamos reconstruir la nación sobre la base de una sana democracia, tanto en las posibles conversaciones entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos, como en las propuestas de los ciudadanos y grupos de la emergente sociedad civil, debe primar la persona humana y la familia como razón primera de cualquier reclamo. 

Los cubanos, todos, debemos pensar en esto. 

 

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