¡Salud, Presidente!

Rafael Ferro Salas

PINAR DEL RÍO, Cuba, enero (www.cubanet.org) - El mundo vio las imágenes tomadas desde el capitolio de Washington. Más de dos millones de personas retando el frío, esperando al Presidente de los Estados Unidos. Excepcional día de fiesta en la nación. Barack Obama llegó acompañado de su esposa e hijas.  

Se trataba de un acontecimiento nunca antes visto en el  mundo contemporáneo: un ciudadano negro asumiendo la Presidencia de los Estados Unidos. A los cubanos nos fue negado asistir al evento a través de la televisión, como no se nos permitió ver la llegada del hombre a la luna.

El calor humano durante el evento compensó la agresión del clima. El Presidente saliente, George W. Bush, saludó a los presentes desde lo alto de la escalinata.

Uno pudo asistir a estos momentos con la ayuda de un pequeño radio receptor y la emisora Radio Martí. Era un reto. El gobierno intenta por todos los medios bloquear la señal, y escuchar la trasmisión se convirtió en una verdadera odisea. Esta vez, la interferencia fue mayor, y tuvimos que “inventar” para escuchar con la mayor nitidez.

“Michelle Obama –refiere el locutor- va ataviada con un traje amarillo brocado, con sobretodo del mismo color; su ropa ha sido diseñada por la cubana Isabel Toledo. También fueron diseñados por un cubano, Narciso Rodríguez, el vestido que usara la Primera Dama en el Lincoln Memorial para inaugurar las festividades, y el traje rojo y negro que llevó la noche de las elecciones presidenciales”.

Barack Obama representa el sueño cumplido de Martin Luther King.

Luego del obligado juramento, escuchamos una ovación cerrada, interminable. En su discurso de protocolo, el Presidente hizo un llamado a la esperanza, la tolerancia, la paz y el bienestar de la familia. También anunció nuevos y difíciles retos para su país y el resto del mundo. “Juntos debemos aprender a vivir en fraternidad, o juntos nos hundiremos en la locura”, dijo Luther King. Obama nos recordó a su Maestro cuando hablaba en la toma de posesión.  

El gobierno cubano se ha empeñado en inculcarnos el odio a los Estados Unidos. Es algo enfermizo y fuera de lo común. No podemos odiar a una nación tan batalladora, no es justo odiar a nadie por el capricho de unos gobernantes aferrados al poder a capa y espada. Por eso, a pesar de tantas interferencias radiales, los cubanos vibramos de emoción ese día junto al pueblo norteamericano. Tras la cortina de humo que nos imponen, decimos a Barack Obama, ¡Salud, señor Presidente!