La raya de los impúdicos

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Como si a los cubanos les quedara algo que perder, el régimen persiste en su perorata sobre la eliminación de gratuidades. Como si no fueran los ciudadanos los que han subvencionado al régimen, para recibir, a cambio, opresión y pobreza como únicas gratificaciones. La gente está alarmada ante la mala nueva. 

Pero ya que la casa se quema, calentémonos en ella, y hagámoslo celebrando un acierto de esta campaña para eliminar gratuidades. Acierto que lo es solamente en la medida que constituye un desacierto para los intereses del poder.

Con el plan de ahorrarle al país unos sesenta millones de dólares al año, ahora dispusieron reducir a la mitad los viajes de los funcionarios estatales al extranjero.

Además, han suspendido el subsidio de vacaciones en centros turísticos para trabajadores vanguardias, aunque ya se sabe que esta variante de pago en moneda nacional y a muy bajos precios, apenas llegaba a los trabajadores, pues estaba en manos de la crema de los mandamases intermedios, así que era desviada para beneficiar a sus parientes, o para el intercambio de favores entre empresas y organizaciones; o incluso para la comercialización ilícita entre quienes pudieran pagarla a precios multiplicados, pero nunca tan inaccesibles como los del turismo internacional.

El caso es que la medida ha levantado ronchas en el ánimo hasta ayer entusiasta y servil de estos compatriotas que nunca pusieron reparos a la hora de apoyar iniquidades y aplaudir golpizas y encarcelamientos, a cambio del último turno en la cola de los privilegios.

Su disgusto ahora es más visible. Por todas las esquinas los escuchas tirando la puyita anti gubernamental, o se les ve pasar convertidos en taxistas por la izquierda luego de abandonar el cargo, o ves a la esposa de aquel viceministro en la bodega pidiéndole el último a la chusma con la que jamás intercambió un saludo. Y conste que esta tropa de impúdicos no está conformada por tres ni cuatro, sino por miles.

El amo les pasó la raya y ellos responden abriéndole una raya al amo, al cual, por cierto, no parece importarle demasiado, tal vez porque los conoce y sabe que no constituyen peligro alguno.

Bastará con que pasen los meses y esta nueva campaña para eliminar gratuidades quede trunca, sin tocar ciertos ámbitos o sin afectarlos más que superficialmente. Por ejemplo, las Fuerzas Armadas o el Ministerio del Interior, donde corre a chorros el dinero en regalías y en toda suerte de facilidades a precios subvencionados. Pero allí otro gallo canta. Y habría que ver si el régimen se pasa de la raya con su guardia pretoriana, gran tragona improductiva de lo que el pueblo regala.