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22 de enero de 2009
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La Fiesta de la Bandera

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – La Fiesta de la Bandera se celebra solamente en Santiago de Cuba. Este año cumplió 107 años. Con la última campanada del 31 de diciembre, se inicia el festejo. Música, danza, presentaciones artísticas y las palabras de rigor dirigidas a la población, congregada en el parque Céspedes, antigua Plaza de Armas.

El promotor de la fiesta fue el patriota y novelista Emilio Bacardí (1844-1922), quien, siendo el primer alcalde de Santiago, izó la enseña nacional en sustitución de la norteamericana, mientras los presentes entonaban el Himno Nacional acompañados por la banda de música del Cuerpo de Bomberos.

Aquel amanecer de enero, el recién estrenado alcalde, los concejales y los restantes miembros de la comisión organizadora del traspaso de poderes, se trasladaron a la vivienda de María Cabrales, viuda del Mayor General Antonio Maceo, para homenajear a través de ella a uno de los héroes más queridos de la nación.

Andando el tiempo, el dictador Fulgencio Batista huyó de Cuba la madrugada del primero de enero de 1959, y horas después, desde el balcón principal del ayuntamiento, frente al parque Céspedes, Fidel Castro asumía el control de la Isla entre los vítores de la multitud congregada para verlo y escucharlo.

Apartada del gentío, en absoluto silencio, sólo una persona no aplaudía ni se regocijaba. Observaba la escena desde uno de los pasillos del edificio colonial de dos plantas, antigua casa del Adelantado Diego Velázquez. Era la sombra fantasmal de Emilio Bacardí, primer alcalde santiaguero. Escuchaba escéptico la perorata del tribuno. Recordó entonces la anécdota histórica recogida por él en su novela Vía Crucis.

“El italiano mambí de ideas anarquistas Natalio Argenta, y el coronel cubano del Ejército Libertador, Pío Rosado (1842-1880), fueron colocados juntos por el pelotón español de fusilamiento para ser ejecutados. Antes de la ejecución, el anarquista gritó: ¡Viva la República Universal! De inmediato, Pío Rosado, con un grito sonoro, lo corrigió: ¡Viva la República de Cuba, capitán!

Emilio Bacardí construyó con el dinero de su bolsillo el museo que lleva su nombre, uno de los mejores de Cuba. También reconstruyó la ciudad, y llevó por todo el mundo la exquisitez del ron cubano con el sello Bacardí. La fábrica fundada por Don Emilio (orgullo de la industria nacional), fue confiscada a sus herederos por el gobierno inaugurado el primero de enero de 1959.

La sombra de Bacardí se volvió entonces al orador que invocaba a la república desde el balcón del ayuntamiento, y aunque nadie iba a escucharlo, gritó, como Pío Rosado antes de morir.

-¡Que viva la República de Cuba, comandante!

cosanoalen@yahoo.com

 

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