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15 de enero de 2009
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La mala semana de Raúl Castro

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) -  La primera semana de enero estuvo signada por la amplia agenda del General Raúl Castro, desarrollada en la zona oriental de la isla; y por las celebraciones del aniversario 50 de la revolución.

Sin padecer la incontinencia verbal de su predecesor, el General tuvo a bien  dejarnos nuevamente el peor de sus rostros en tres breves intervenciones. Así disminuyó nuevamente el crédito social entregado por los ciudadanos, al asumir el poder el 30 de julio de 2006.

El último de los deslices de la aciaga primera semana del año, se relaciona con la supuesta libertad que otorga el Estado para que los cubanos construyan sus casas libremente. 

Si la necesaria libertad es reconocida por el mandatario, aunque sea para levantar casas, la solución se vuelve contradictoria, debido a la destrucción de la industria de materiales de construcción, los altos precios de esos materiales en moneda fuerte, y los bajos salarios de los trabajadores; a lo anterior se suma la incapacidad del Estado para resolver el problema de la vivienda.

Si antes de 2008 se consideraba que el país necesitaba un millón de viviendas, luego del paso de los huracanes Gustav, Ike y Paloma, la cifra se elevo a millón y medio, debido a los destrozos causados en las provincias Pinar del Rio, Holguín, Las Tunas, Camagüey y el municipio especial Isla de la Juventud.

El punto rojo de esa torpe semana fue el discurso del 1 de enero en Santiago de Cuba por su anclaje en el pasado. Las celebraciones del cincuenta aniversario de la entrada de los barbudos en la segunda ciudad de la isla tuvieron constantes referencias al ausente Comandante en Jefe, ya retirado de sus Reflexiones desde principios de diciembre, lo que ha dado lugar a las obligadas especulaciones.

El tufo a naftalina del discurso del General impidió visualizar el futuro de los sobrevivientes a la actual generación gobernante, y mucho menos sobre el supuesto VI Congreso del Partido Comunista.

Por último  y no menos importante, fue la entrevista dada a la televisión cubana el 31 de diciembre, en la que Castro echó por tierra cualquier posibilidad de llegar a un acuerdo con el nuevo gobierno de los Estados Unidos, además de sugerir al mundo que debería aceptar el gobierno de los talibanes en Afganistán.

No se debe pasar por alto que el General, según la televisión cubana, estuvo a las doce de la noche del 31 de diciembre ante las tumbas de su fallecida esposa Vilma Espín y de un bailarín español, enterrados muy cerca. Ambos nichos se encuentran en el mausoleo levantado en Mayarí en memoria de los combatientes muertos. 

 

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