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9 de enero de 2009

 

OPINIÓN DE LOS LECTORES
 

Veinte años no es nada, pero cincuenta son algo

Miguel Saludes  

MIAMI, Florida, enero, (www.cubanet.org) -Cincuenta años. La mitad de un siglo. En la vida humana parece mucho. En la de una nación es apenas nada. Pero si el medio siglo acontece bajo un proceso socio político como el que ha vivido Cuba desde 1959, entonces valdría la pena pensar si este tiempo ha sido demasiado.

Casi cuatro generaciones han pasado desde aquel primero de enero, marcadas por una realidad que desbordó las fronteras nacionales. Entonces muy pocos habrían de imaginar la conmemoración del aniversario en números redondos, a medio siglo de aquella jornada épica. Ni los mismos autores de la gesta llegarían a suponer como sería ese día. Y aunque parezca que todo sigue igual, algunas cosas recibieron la impronta del implacable tiempo.

El discurso de salutación de la jornada estuvo a cargo del segundo hombre de la Revolución. Raúl Castro, devenido gobernante por sustitución, no dijo cosas nuevas. Ni siquiera notas alentadoras en sus palabras con motivo del marco histórico. Su pronóstico para el futuro resultó ambivalente. Por una parte auguró el cumplimiento de los cien años del proceso que él dirige, consciente de que si eso se produjera ya los forjadores, incluidos él, no estarán presentes para esa ocasión. Incluso advierte que aquella pudiera no producirse, abortada por la propia mano de los que asuman el legado castrista. Lo dijo usando las mismas palabras que su hermano pronunciara en la Universidad de La Habana hace tres años.

El General llama a taparse los oídos para inmunizar la mente ante lo que él llama canto de sirenas del enemigo. Un llamado hecho a los dirigentes del mañana próximo, en los que parece no confiar mucho. Les recuerda que esta revolución, que hoy conmemora, fue echa para los humildes. No más dolor en el corazón de las madres cubanas. No más miseria, ignominia, abuso ni vergüenza en el alma de los cubanos honestos, fue el clamor que parecía una despedida, lanzado por Raúl. ¿Quiénes entran en este particular concepto de humildad-honestidad?, es la pregunta. ¿Cuántos de aquellos humildes que vieron con esperanza el triunfo de enero no han padecido, ellos o sus hijos y nietos, los rigores de quienes dicen servirles?

Paralelo a esto, se producen síntomas que no dejan de ser llamativos en este significativo aniversario de la Revolución. Vienen en las palabras de jóvenes de esa segunda generación nacida en los albores del 59. Algunas son voces emblemáticas. Una es la Mariela Castro, hija de Raúl. Otra la del cantante Pablo Milanés, una de los más representativas figuras del arte cubano dentro del proceso revolucionario.

Mariela entrevistada por el periodista Edmundo García, cubano residente en Miami, asume una postura nueva, si se compara con otras más radicales adoptadas por sus ascendientes en el pasado reciente. Ella habla de encuentros, de armonía y hasta de la posibilidad de espacios en la propia tierra para los que ahora viven en el exterior, refiriéndose a un exilio, que también ha cambiado en el transcurso de estas décadas. Un pensamiento proveniente del oficialismo, pero positivo al fin. Encuentros, debates y un galope conjunto dentro de la diferencia, que solo mantiene la unanimidad de un lema irrenunciable sin importar ideologías: la soberanía de la nación.

Pablo Milanes fue mucho más crítico en sus palabras. Él no tiene ataduras familiares. Y exige lo que desde hace rato pedimos tantos cubanos. Cambios. Dijo que la oportunidad se perdió cuando el desplome del imperio soviético. En aquella ocasión el camino se malogró. No por culpa de los humildes, púes varios de ellos atisbaron la posibilidad e hicieron lo posible por no perderla. Por ello sufrieron el peso de la soberbia del poder.
Ahora Pablo quita el mayor peso de la responsabilidad a Raúl y lo coloca sobre el hombro del enfermo y casi desaparecido Fidel. ¿Quien lo diría? Coincide en señalar que las reformas no constituyen solamente entrar a hoteles o poseer teléfonos celulares. Ni siquiera el acceso a computadoras e Internet. Es mucho más que eso. Milanés no confía en la dirigencia que cumplimenta más de 75 años. Raúl cuenta con dos por encima de la marca. No creo que lo negativo sea la edad, sino la índole egoísta e intolerante de la personas. Pero el cantautor prefiere el traspaso a las nuevas generaciones.

Son dos casos. Hay muchas voces de la misma edad que Pablo y Mariela. De los que nacieron en los setenta, ochenta e incluso en los noventa y que ya son jóvenes. Hay miles de voces dentro de Cuba y fuera. En las calles, en las cárceles, en el exilio y en la diáspora diversa. Es el mejor discurso para un cincuentenario donde hubo una ausencia notable.

El mensaje, demasiado escueto, que dirigiera el líder de la Revolución a su pueblo con motivo del aniversario, es harto elocuente de que las cosas ya no serán igual. Solo dieciséis palabras de Fidel para saludar el arribo del festejo. El hombre que atenazó por horas a una nación con alocuciones interminables, que a pesar de la enfermedad escribe una reflexión diaria sobre los más complejos temas de la problemática nacional e internacional, no fue capaz de escribir el pasado 31 de diciembre un documento a la altura de la efeméride. Sucesos que aparentemente no significan mucho, pero que dan una idea de que cincuenta años son algo y a su paso se siente que la vida cambia.

 

REVISTA CUBANET
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