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7 de enero de 2009
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En Cuba no hay vagos

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Cuando he dicho que el periodismo independiente que se hace en Cuba se queda por debajo de lo que ocurre en la isla, me he referido a aquellos hechos, difíciles de imaginarse en países democráticos, que no revelamos por no hacerle daño al pueblo.

Son hechos propios de un régimen diabólico, que encárcela al que fabrica chancletas de palo para el baño o arregla jardines sin permiso del Comité de Defensa de la Revolución. 
Son muchos los secretos que guardamos cada día, relacionados con ciudadanos humildes del pueblo. Pero secretos, valga la aclaración, que conoce perfectamente el régimen que, por conveniencia, se hace de la vista gorda. De vez en cuando, es cierto, aparecen en la prensa artículos terroríficos como: Arreciando contra las ilegalidades y el delito, La PNR rompe los sueños de los estafadores, No quedarán impunes, etc., que hablan de registros policiacos sorpresivos en plena calle, así como en las viviendas de los cubanos humildes. 

Pero ni así logran intimidar al pueblo. Aquellos que se buscan la vida al margen de un salario estatal, continúan tercamente su quehacer, arriesgándose imperturbables, como si nada sucediera, porque la cárcel se ha vuelto algo tan familiar para los cubanos que, al parecer, le estamos perdiendo el miedo. Son demasiados los que conocen la cárcel; diría, que probablemente la mayoría de la población adulta la ha conocido en algún momento a lo largo de medio siglo de socialismo.  

A fines de diciembre y también en lo que va de año nuevo, ha vuelto nuevamente a la palestra pública un tema recurrente desde hace muchos años: “la ley contra la vagancia”, dirigida contra todos aquellos que no tienen un trabajo estatal. Pero no hay nada en concreto. Tal parece que se trata de un rumor iniciado por el Ministerio del Interior con el propósito de tantear, una vez más, la opinión pública.  

Los más temeroso, andan ya en busca de una plaza en algún organismo estatal, y hacen sus gestiones para convertirse en fumigadores, con un salario mensual de 900 pesos en moneda nacional, equivalente a 36 pesos convertibles.  

Pero el gobierno sabe que en Cuba no hay vagos. Hay, eso sí, millones de hombres y mujeres que se niegan a trabajar para el régimen por míseros salarios nominales que no alcanzan ni para la primera semana del mes. Prefieren vender cucuruchos de maní, chancletas de palo para el baño, podar jardines, cualquier cosa por cuenta propia, que no sea trabajarle al Estado. 

Surge la pregunta: si en Cuba no hay vagos, ¿a qué viene el nuevo rumor sobre la aplicación de esa ley, algo que incluso contradice la propaganda del régimen, que afirma que aquí apenas hay desempleo?

Si ésta es una revolución de los humildes, por los humildes, y para los humildes, ¿por qué asustarlos tanto? 

 

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