Tesoros en peligro

Leafar Pérez 

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Cristóbal Colón llamó a Cuba “la tierra más hermosa que ojos humanos han visto”. La naturaleza ha sido pródiga en regalarnos lo mejor que posee, sobre todo en paisajes. Lugares que por su hermosura se vuelven tesoros, y que hoy están en peligro debido a la acción destructiva del hombre.

La Laguna de la Leche y el Humedal de Cabaniguán son parte del legado de la naturaleza a los cubanos. La primera, conocida como la Laguna Blanca debido al contenido de yeso y caliza de sus fondos, que contiene alrededor de 100 millones de metros cúbicos de agua, sufre constantemente el vertimiento de cuantiosos desechos. El aumento de la salinización de sus aguas y la introducción de especies predadoras como el pez gato han puesto en peligro la fauna y flora autóctona.

En sus orillas podían verse manglares de varios metros de altura. Junto a las especies de mangle rojo y negro, era común apreciar yanas, patabanes y palmas reales. En sus aguas nadaban manatíes, sábalos, truchas, biajacas y delfines. Hoy, la introducción de clarias, tilapias y carpas para su cría intensiva con fines productivos, y la tala indiscriminada de árboles, marcan un panorama sombrío para este lugar.

Los desechos de más de veinte centros contaminantes, entre ellos,  hospitales, alcantarillados e industrias azucareras, vierten en el lugar, sin un adecuado tratamiento. Bañarse en sus aguas está prohibido y los vecinos se quejan del olor y el turbidez de las mismas.

Al sur de la provincia Las Tunas se encuentra el reino escondido del Humedal de Cabaniguán. En unas 14 mil hectáreas, entre montes, sabanas y humedales está el mayor reservorio de cocodrilos americanos del mundo. Ruth Grawert, ecologista norteamericana, lo calificó también como el sitio de mayor diversidad de todo el Caribe, ya que junto al cocodrilo viven más de 250 especies de aves.

El lugar estuvo desatendido por muchos años. Tanto es así, que pocos cubanos saben de su existencia y las maravillas que acoge. Actualmente, los científicos intentan conocer el número total de reptiles que existen y los daños sufridos a su entorno debido a los cambios en los ecosistemas que rodean el lugar. Para este fin se creó una estación biológica que cuenta con pocos recursos para realizar la labor de búsqueda de estos animales que llegan a alcanzar una talla de más de 4 metros y que viven alrededor de un siglo.

Urge la rápida toma de decisiones que beneficien sitios naturales como éstos y otros muchos que se encuentran en la misma o peor situación. Seguir demorando su rescate nos llevará a perder irremediablemente estos tesoros legados por la naturaleza.