Somos cubanos

Yosvani Anzardo Hernández 

HOLGUÍN, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Tengo un viejo amigo, silencioso, de esos que llegan a tu casa y se sientan a leer. Permanece todo el tiempo sin decir una palabra, y de pronto se va. Cuando quiere, regresa.  

Un día mi amigo llegó cuando veíamos en casa un documental sobre la dictadura chilena. Con Chile compartimos muchas cosas, y a menudo recuerdo que la bandera que enarboló Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, en 1868, diseñada por Calendaría Acosta, hija del mayoral del ingenio La Demajagua, tomó como modelo la bandera chilena.  

Nuestros deseos atraen y alejan eventos, fenómenos y personas. Supongo que se trata de algo similar a la transmisión de las ondas electromagnéticas: no basta con que dos fuentes estén en una misma frecuencia. Para que se amplifique la señal, estas deben ser coherentes. De tanto intentarlo un día sucede.

El paralelismo como fenómeno ocurre también debido a nuestros temores. El miedo no necesariamente indica que tengamos algo que perder. La gente aprende a tener miedo, y por desgracia muchos de los que no pueden aprender física son aventajados aprendiendo a temer. Cuando se es joven se cree a cualquier sinvergüenza que pinta castillos en el aire.

Para mí los pueblos son como potros, con la mano izquierda se dominan, con la derecha se fustigan, y con ambos talones se hacen saltar. Después, si al potro le sueltas las riendas, con ambas manos se dirige y con un gesto saltará. Los pueblos son como potros. Claro, también deben existir pueblos como yeguas viejas, pero yo no conozco ninguno. 
En el documental se plantea que, con Allende, Chile no iba a ser una nueva Cuba porque sólo las revoluciones violentas buscan todo el poder sin dejar espacio a la democracia. Y de inmediato se relata lo que fue aquella dictadura.  

El aparato de inteligencia de Pinochet espiaba constantemente las líneas telefónicas; existían grupos de personas vestidas de civil, armadas con palos para golpear a los que se les opusieran, y a muchas personas, de pronto, dejabas de verlas (luego se supo que eran desaparecidas), y no fue sino hasta el fin de la dictadura que se conocieron los crímenes del régimen.  

Algo impactante fue ver cómo aclamaban al dictador y lo llamaban incluso el Padre de la Patria, y millones de personas le rendían culto porque lo consideraban un hombre honrado.  

En el material se dice que es muy difícil desprenderse del miedo y la amenaza que representan las personas que después de muerto Pinochet quedaron aún con mucho poder; el miedo a sus seguidores sigue latente.  

El documental concluyó, y el silencio se instaló en la habitación. El amigo silencioso lloraba. Nos miró a todos y dijo: 

–Es que nosotros somos cubanos, y aquí pasa lo mismo.

Tenía razón, todo lo que se había dicho sobre Chile sucede hoy en Cuba, sólo existen algunas diferencias, como el desarrollo económico chileno.   

Somos un país rico habitado por gente pobre. El más importante recurso natural de este planeta es la libertad. Es un símbolo el hecho de que el níquel se encuentre forme parte del magma en el infierno del centro de la tierra, y en Cuba lo encuentres en la superficie. Parece un regalo del infierno; su número atómico es 28, y en la charada es chivo. Todos los cubanos sabemos lo que hala un buen 28, pero los esclavistas siguen diciendo que somos un país pobre.  

¿Por qué, a pesar de los horrores, muchos hombres y mujeres dentro de Cuba nos atrevemos a hablar? Tal vez se nos acabó el miedo, tal vez fuimos exorcizados, o quién sabe si al final hasta perdiendo se gana.