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La libreta

Amador Gago Álvarez

ALAJUELA, Costa Rica, diciembre, www.cubanet.org -La gente en las calles de la Habana está preocupada por la desaparición de la libreta de la bodega. No es para menos, por más que resuelve poco, forma parte de la cultura impuesta por la Revolución, primera denominación capciosa; ha representado un retroceso en todos los órdenes comparado con lo que ha estado ocurriendo en el mundo. Los comunistas gobernantes se refieren al pasado porque representan  estancamiento e inmovilidad, el oscurantismo que primó hace siglos y que intentan revitalizar. Los seres humanos se aferran a las tradiciones, aunque los esclavicen, los códigos que rigen la vida son invariables. Por eso, luego del fracaso del socialismo real, en América Latina los pueblos votan por los de la misma calaña; se arrepentirán mañana y, más tarde, en cualquier confín del mundo se repetirá la tontería. El pasado y el presente son espejos, puede que geométricamente diferentes, pero de similar constitución.

La igualdad y la felicidad plenas son anhelos que persigue la humanidad, sin las cuales se extinguiría por sí sola. La contradicción y la puja son elementos consustanciales. Lo ilógico tiene una explicación: la relatividad, en concordancia con el universo. Así que para el gobierno de Irán pretender desaparecer a Israel y, para los musulmanes extremistas, destruir la sociedad occidental, representada por Estados Unidos, son actos de justicia. El caso de Fidel Castro y de Hugo Chávez está asociado más con el individualismo perverso que con los ideales religiosos, políticos o morales: son líderes capaces de conmover a las mayorías, quienes utilizaron la gracia de la seducción en detrimento de estas. Si Barack Obama permaneciera veinte años en la presidencia, quizás declinaría en un autócrata. Se puede pensar y actuar de variadas maneras, y siempre se repetirán los comportamientos intrínsecos. Los hombres se corrompen con el poder, en el mejor de los casos; en el peor, como los señores antes mencionados, están depravados desde siempre.  

Para dominar a las masas basta con privarlas de los elementos fundamentales para la subsistencia: comida y abrigo. Los subsidios tienen ese objetivo. La igualdad no existe, pero es esgrimida para justificar la acentuación de la explotación de forma encubierta. Las masas se pliegan ante las razones que son agradables al oído. La percepción a largo plazo es un atributo de ciertos grupos sociales, los que son dominados de esta forma; antes que pensadores somos animales, para realizar funciones básicas necesitamos energía que proviene de fuentes externas. Los subsidios quitaron la libertad al pueblo cubano, lo ataron al Estado, lo convirtieron en vasallo. Mientras estos provenían del exterior no importaba que el trabajo perdiera sentido, pero cuando cesaron la contradicción se hizo evidente. La costumbre de no producir porque nada significa no puede eliminarse sin romper con los principios del Sistema, el cual para persistir requiere de recursos que provienen del trabajo, el que a su vez es la fuente de la independencia en los tiempos modernos: el que más produce más gana, más tiene, más vale. Y sin estímulo, por naturaleza, el ser humano no se esfuerza tanto como puede.

Así que no habrá aperturas ni el trabajo recobrará el valor de generador de riquezas con el actual sistema socio-político. Al eliminar los subsidios el Estado mantendrá la irregularidad en los abastecimientos; la preocupación por las necesidades básicas impide ejercer otros derechos. En general, los pobres ocupan la mayor parte de su tiempo en sobrevivir. La inopia es fundamental para el régimen comunista. En cuanto Gorbachov trató de liquidarla fallaron los pilares y se derrumbó. A largo plazo es  insostenible; los de arriba están cada vez más lejos de los de abajo; las manadas hambrientas, sin organización, cegadas por los reflejos incondicionados, rompen nogales y cercados. No obstante, cuánto sufrimiento tendrán que soportar los elementos más débiles.

El socialismo es la innovación más sórdida de las ideas torcidas que acompaña a la existencia racional sobre la Tierra. Así que abrigar esperanzas con el gobierno de Raúl Castro es una utopía, aún cuando sin reminiscencias tampoco seríamos lo que somos. Las buenas o las malas intenciones no derribarán a la autarquía, solo las acciones decididas, las cuales siempre están acompañadas de sangre. De lo contrario, debemos esperar por la transición histórica, la que liberó el conocimiento de la negación de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana,  y que demoró mil años. Por desgracia, las coyunturas ayudan al mal, ya sean representadas por soviéticos, chinos neocomunistas, bolivarianos mentirosos o empresarios españoles. Con artículos insulsos y protestas, las que en Cuba pocos perciben y menos participan, al actual primer ministro lo sucederá Ramiro, o algún militar que haya bebido, respirado y fornicado autoritarismo.

En el exterior no se entiende cómo un pueblo puede soportar tantas vejaciones; están acostumbrados a disfrutar de algunos derechos. No han vivido entre prohibiciones, acosados por la propaganda, escuchando noticias tergiversadas, aislados del mundo. Los esclavos aguantaron siglos, y la salvación que le ofreció el cristianismo emergente fue la igualdad en el más allá. Las secesiones sangrientas en el Báltico, el resurgimiento de antiguos odios entre repúblicas de la antigua URSS son la muestra de lo que siembra el socialismo en las mentes. Hay que sufrirlo en las costillas para temerle y comprenderlo a cabalidad.

 

 
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