: Cuba: A propósito del artículo Radiografía de un Desastre 
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A propósito del artículo Radiografía de un Desastre 

Rafael Álvarez Echevarría

MADRID, España, agosto, www.cubanet.org -Resulta imposible para comentarista o autor alguno abarcar todas las esferas del desastre del castro-comunismo. En la esfera material no hay más que ver el estado de las carreteras, calles, viviendas, infraestructuras urbanas y el cíclico “destruye y repara” de las escuelas y hospitales…..nada es imperecedero. Como decía un amigo. Los actos de gobierno no son “dialécticos” (espiral de desarrollo), son epilépticos (movimientos desordenados).

Baste recordar que Cuba, en la década de los 50, estaba a la altura de muchos países europeos y La Habana, con  luces y sombras, compartía laureles con las grandes metrópolis europeas.

Pero si el daño material es enorme y difícil de revertir, el daño moral es también inmenso y devastador y resultará mucho más difícil de superar, nos tomará mucho más tiempo. Ya hemos visto las tristes historias de corrupción, mafias y ajustes de cuentas en los antiguos Países del Este.

Yo me centraré en el daño moral a la conciencia nacional y la cubanidad.

Ser cubano no es sólo comer arroz y frijoles negros y tener ritmo para bailar; es todo un sistema de valores, sentimientos y experiencias que nos dan una singularidad y un aprecio por lo nuestro. El régimen, que siempre presume de lo carece, nos tiene acostumbrados a alardear de un nacionalismo a ultranza que, en realidad, enmascara una creciente y prolongada desvalorización del aprecio a lo nacional.

¿Puede sentirse orgulloso de su país aquél que apenas puede sobrevivir en él y donde es tratado como un ciudadano de segunda? ¿No están más que hartos la mayoría de los cubanos del patrioterismo reiterativo de las consignas con que les machacan los tímpanos día tras día? ¿Es grato para alguien vivir en un país donde “resolver” es la tarea prioritaria del día a día? ¿Puede alguien sentirse orgulloso, cuando tiene que delinquir frecuentemente para sostener a su familia?

¿Vale la pena sacrificarse y estudiar una carrera universitaria, para nunca alcanzar una  mejoría material acorde con los aportes de un profesional a la sociedad?

Las respuestas a estas interrogantes se manifiestan en la desvalorización del país a ojos de sus ciudadanos y el deseo de emigrar que evidente en todos los niveles de la sociedad; emigrar ya no es una decisión que varia según la clase social, aunque tal vez sí lo fue en sus inicios, cuando las clases más altas y los profesionales fueron los primeros en huir.


Casi creo que ahora ocurre lo contrario, los estratos más humildes de la sociedad son los más interesados en emigrar, ya que sus posibilidades de vida en el país son aun más limitadas.

Para los cubanos de “dentro” ser cubano no es ninguna ventaja, todos sabemos que es un inconveniente en un país donde los extranjeros son los que tienen más derechos. De los “productos cubanos”,  ni hablemos: ¿cuáles? La realidad nacional hace prácticamente imposible que se tenga aprecio por “lo cubano” que, o apenas existe, o es un inconveniente.

Espero que algún día ser cubano y vivir en Cuba sea nuevamente motivo de satisfacción y que deseemos que nuestros hijos y nietos vivan en Cuba, mientras tanto… hay que “resolver afuera”.
 

 

 

 
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