5 de septiembre de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

La burbuja

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Como buenos hijos de la isla de Nunca Jamás, continuamos negándonos a crecer. Por suerte no es algo que nos ocurra a diario, aunque tal vez sí ocurre de mes en mes, o al menos con mayor frecuencia de la que nos conviene.

Ahora es La burbuja, una nueva aspirina que nos buscamos en el desesperado intento de aliviar el dolor de la pobreza. No importa si al final actúa como el clásico remedio que alivia un mal y crea otros peores. De momento nos mantendrá alebrestados por algunas horas, lo cual es un poco más que nada.

Por las calles de La Habana rueda La burbuja, sin que haya podido establecerse si se trata de una vulgar estafa, o de una trama urdida por sabe Dios qué pícaros con sabe el diablo qué propósitos.

Consiste en una red de redes de personas cuya primordial ilusión es obtener 80 CUC cada 21 días habiendo invertido solamente 10. Se organiza por barrios, mediante lo que ellos llaman alas, especie de células conformadas por 2 ó quizás 4 ó más individuos. Cada burbuja contiene varias alas y en general no debe estar constituida por menos de 8 miembros, que son los únicos que se conocen entre sí, pues esta red funciona compartimentada al detalle.

Para ser admitido formalmente en una de las alas de la burbuja, el nuevo miembro debe entregar 10 CUC. Luego, cada 21 días, recibirá 80 CUC y tendrá que aportar otros 10. Por lo menos así lo están explicando los encargados de armar la red, los cuales, por cierto, utilizan recursos de convencimiento que se familiarizan o se confunden con los del proselitismo religioso.

El más socorrido argumento de los voceros de esta red es que trabajan por  la mejoría económica de la familia cubana. También, según dicen, se han propuesto incidir en el acercamiento armónico entre amigos, parientes y vecinos. Para ello las burbujas organizan pequeñas fiestas familiares cada 21 días, y así celebran la “gratificación” que corresponde a cada uno de sus integrantes.

Suena bonito el proyecto, visto desde este ángulo. Y aún más que bonito, suena tentador desde el prisma de quienes jamás tuvieron la oportunidad de contar 80 CUC. Por eso tal vez deciden sacrificarse hasta reunir 10 CUC, vaya usted a saber mediante cuánto esfuerzos y renuncias.

Lo menos bonito, porque parece contener gato encerrado, podría estar en el origen secreto, entre azaroso y turbio, de las tales burbujas, y en el hecho de que nadie sabe cuál es el destino de las seguras ganancias que genera, ni a quiénes pertenecen las manos que mueven sus resortes desde el anonimato.   

Desde luego que como proyecto ilícito –y aquí lo es todo proyecto que no esté controlado por el régimen-, no resulta raro que discurra en forma subterránea. Como tampoco es raro que sea ventilado impunemente a plena luz del día, como todo lo ilícito, siempre que no guarde relación con la política.  

No será menester juzgar con dureza excesiva a los crédulos, esperanzados o incautos que ahora marchan directos a dejarse mangar por quienes inflan la burbuja. Es pobre gente sin alternativas y sin brújula, que creció bajo el timo de la revolución y que ha vivido condenada a depender de la esperanza hueca.

En todo caso, habrá que lamentar que tanta habilidad y tal ingenio para aglutinar a las personas sean utilizados para su perjuicio, justo a la hora y en las circunstancias en que tan bien vendría aglutinarse para enfrentar al supremo timador.

 

 

 

 
 
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