2 de septiembre de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Los Pocitos, sucios y feos

José Antonio Fornaris Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Marianao es uno de los  más nombrados municipios de  Ciudad de La Habana. Está situado al oeste y en su perímetro residen en la actualidad unos ciento cuarenta mil marianenses. 

Se asegura que las primeras personas se asentaron en esa área en el siglo XVIII, pero  su crecimiento residencial ocurrió entre el XIX y la primera mitad del XX. 

Durante una buena parte de la década del cincuenta del pasado siglo, tuvo un alcalde que acuñó la frase “Marianao, ciudad que progresa”. 

El eslogan se hizo muy popular. Los marianenses lo convirtieron en su divisa. Al parecer, el progreso fue notable. Pero hace casi cincuenta años que hay comunismo en la isla. 

Los Pocitos es un barrio de Marianao. Está situado a la izquierda de la avenida 51 cuando se avanza hacia el puente de La Lisa, que es la frontera entre ambos municipios. Hasta Los Pocitos me aventuré en días recientes para tratar de conversar con un joven enfermo de VIH-SIDA que tiene una triste historia que contar. No pude conversar con él esa ocasión, pero en Los Pocitos debe de haber muchas historias humanas tristes. 

La calle 136 es la arteria principal. Todo el asfalto está cortado cada diez o quince metros. Al parecer, hubo trabajos en la red hidráulica y la vía no ha sido nuevamente acondicionada para el tránsito. 

Hay algunas casas cuyo estado constructivo puede ser catalogado de regular, pero la mayoría está en notable mal estado. Algunas nunca podrían entrar en un catalogo de “casas”, pues están hechas de pedazos de cosas. 

Varios vertederos de basuras se podían contar en diferentes esquinas. Una zanja, por donde corren negras y pestilentes aguas, atraviesa la barriada. 

Las personas parece que hacen su vida en el exterior de las viviendas, pues las aceras, aunque para nada parecen sitios aptos para actividades sociales, estaban llenas de gente. Unas de pie y otras sentadas en cualquier lugar posible. Algunas amas de casas extraían las basuritas al arroz que iban a cocinar. Otras de pie. Todas hablaban entre ellas.

También hay muchos perros que deambulan de un lugar a otro, aunque era posible percatarse que tienen sus amos. No son canes abandonados, forman parte de esa comunidad. Pero lo que no era posible apreciar, debido al entorno, cual es la función principal de esos perros. 

En Los Pocitos se siente la impresión de haber entrado al territorio de una tribu. Para un visitante ocasional, eso siempre es algo fuerte cuando no se es muy conocedor de ese tipo de hábitat. Así que hasta el ánimo de sacar la cámara fotográfica se pierde, porque se desconocen las posibles reacciones. 

Quizás cuando las visitas son más de una vez, y los ojos buscan puntos de imágenes suaves, Los Pocitos no se ven tan sucios y feos –y hasta peligrosos. Pero de todas formas, hay que preguntarse si viviendo en una barriada como esa, muy distante de ser la única en Cuba, es posible creer en el progreso.

fornarisjo@yahoo.com

 

 

 

 
 
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