19 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
CRÓNICA
 

Malas noticias económicas

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Hay malas noticias económicas para los cubanos. Los que esperan por una moneda nacional única y saludable que termine con las desigualdades sociales, tendrán que esperar a que se concrete algo más difícil todavía: que Cuba tenga una economía fuerte.

La mayoría aún no se ha enterado. Sólo lo saben los militantes del Partido que leyeron a puertas cerradas un documento emitido por el Banco Central de Cuba para explicarles la imposibilidad de acabar, en un futuro cercano, con la dualidad monetaria.

“No depende ni dependerá de una decisión administrativa, sino del nivel de fortaleza y eficiencia de nuestra economía”, advierte el documento.

Una economía cubana fuerte es casi un oximoron. Algo así como hablar de un cadáver difunto.

El gobierno, que este mes elevó las pensiones de los jubilados, admite que los salarios en moneda nacional son insuficientes, pero insiste en hacer corresponder eventuales aumentos salariales con la elevación de la productividad y la rentabilidad del trabajo.

Según la visión oficial, los aumentos salariales sin respaldo productivo conducirían a una mayor inflación.

En Cuba, el salario medio es de 408 pesos (unos 17 cuc, equivalentes a 18 dólares). Las familias tienen que hacer proezas financieras para intentar a duras penas que ese dinero les alcance para llegar al próximo cobro.

El documento trae otra mala noticia, esta respecto a la canasta básica, insuficiente pero segura (al menos para los primeros días del mes): “los subsidios indiscriminados deberán ser eliminados gradualmente”.

Subvencionar los productos racionados que se venden por la libreta de racionamiento cuesta al Estado 600 millones de dólares anuales.

Ante tantas malas noticias, los cubanos, que últimamente aprendemos lecciones de economía a puro porrazo, tenemos suficientes motivos para preocuparnos, a pesar del aparente optimismo oficial.

Los estrategas económicos del gobierno esperan que las reformas en la agricultura repercutan de modo favorable en la economía cubana. No es algo tan sencillo.

Según datos oficiales, la producción de vegetales y hortalizas bajó 9,4% en los dos primeros meses del año con relación a igual período del año anterior.

En lo que va de año, las ventas en el mercado agropecuario interno disminuyeron $1,4 millones.

Cuba carece de soberanía alimentaria. Razón tiene el gobernante Raúl Castro para considerar la producción de alimentos “un asunto de máxima seguridad nacional”.

El país destina cada año mil 900 millones a importar el 84% de los alimentos que consume. La mayor parte la compra, al contado, a la nación que lo somete a un embargo económico desde hace más de 45 años: los Estados Unidos.

En los primeros cuatro meses del año, Cuba importó de Estados Unidos 300 millones de dólares en alimentos. Los volúmenes son inferiores a los del año 2007, debido a la galopante subida mundial del precio de los alimentos.

En estas circunstancias, las autoridades consideran estratégico el sector agropecuario. El académico Armando Nova, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, considera que la agricultura tiene “efecto multiplicador en la economía”.

Modernizar y hacer eficiente la maltrecha agricultura requiere, además de distribuir tierras invadidas por el marabú a los agricultores, una fuerte inversión de capital, que el Estado cubano no tiene.

El economista Juan Triana, también del Centro de Estudios de la Economía Cubana, aconseja abrir las puertas a la inversión extranjera y “expandir el mercado, liberando el acceso a bienes y servicios”.

Pero Orlando Lugo, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) se apresuró a declarar que “la inversión extranjera no debe ser posible por ahora”. Dijo que hay que “ir agotando todas las posibilidades nuestras”.

No deben quedar muchas posibilidades que agotar. Dijo Lugo: “No puedo decir tal día vamos a resolver los problemas alimenticios, eso sería una utopía y una irresponsabilidad”. Tal vez tanto como seguir empeñado en agotar las pocas posibilidades que quedan, si es que hay alguna.

 

 

 

 

 
 
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