15 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
CRÓNICA
 

Los molinos

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) -  Los molinos de viento son parte del paisaje rural de Holanda.  Sus aspas son movidas por los fuertes vientos provenientes del Mar del Norte.  En el pasado, los molinos formaban parte del paisaje rural cubano. Ayudaban a sacar el agua de los pozos y generaban electricidad para las pequeñas haciendas.

La dictadura cubana también tiene sus molinos. Sus aspas intentan contener  el avance de las organizaciones prodemocráticas. Entre las piezas para impedir el cambio verdadero está la promoción de la intolerancia.

La terquedad es un sesgo distintivo del régimen.  Muchos opositores pacíficos incorporan este elemento entre sus características personales. La intolerancia se percibe en la actitud de un grupo de líderes prodemocráticos.  Hay intolerancia hacia los comunistas, los apáticos y en muchos casos hasta con los mismos disidentes, por tener posiciones diferentes, o por apoyar a una fuerza democrática rival. 

En los dos últimos años, con el crecimiento de la sociedad civil y las organizaciones opositoras, se verifica un aumento del nivel de competitividad política entre estos grupos.  También se desarrolla una tendencia a la creación de una elite, basada en el mérito de la prisión política. 

La división entre quienes cumplieron el presidio político y los que no, puede ser ahora mismo el último rasgo de intolerancia dentro de la oposición. 

La intolerancia tiene un elemento clave en la desconfianza, basada en la disminución al mínimo del capital social. Destruir ese capital es una de las principales tareas del sistema.  Unos comunistas desean a los otros lo peor y son incapaces de mostrar solidaridad entre ellos.  La base de la desconfianza está en la doble moral y en el sometimiento pleno a la dictadura, como ejercicio para subsistir.

La suspicacia se nutre de la dura experiencia de la prisión política, con la presencia de delatores y fanáticos. Palizas, encierros en celdas tapiadas, robos. Estas vivencias crean espacios naturales de inestabilidad y desconfianza dentro de estos hidalgos.

Pero de todas estas particularidades promovidas por la dictadura, la más perjudicial es la ignorancia. Los cubanos de pensamiento alternativo, somos identificados y separados inmediatamente de los centros de estudio y trabajo relacionados con el conocimiento. Esto impide crear un núcleo pensante que articule un pensamiento democrático, e imposibilita la apropiación de las nuevas tendencias y formas de conocimiento. 

Las personas cultas y conocedoras son más seguras y tolerantes. Están en capacidad de asumir nuevos conocimientos y tienen aptitudes positivas ante los sucesos y comportamientos de nuevo tipo. Por eso el dispositivo de seguridad de la dictadura hace hincapié en la marginación de los demócratas de las fuentes de conocimiento.

 

 

 

 
 
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