12 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
CRÓNICA
 

La manía de simplificarlo todo (final)

Laritza Diversent Cámbara

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Estas actitudes irreflexivas de la ciudadanía son la forma de exteriorizar la molestia producida por un gobierno que margina. Son también el resultado de nuestro fatalismo.

Somos victimas de relaciones sociales, económicas y políticas deficientes. La familia cubana está sometida a múltiples privaciones. Vive en condiciones de pobreza y opresión psicológica. Nada se puede hacer, todo esta prohibido.

El ciudadano no se concibe a sí mismo en la realidad que vive. Su desconexión  respecto a las normas legales y de convivencia se intensifica hasta desembocar en la desviación. A sabiendas se obra  contra el rigor de la ley y la moral.

Randy Alonso, moderador del programa Mesa Redonda, recordó las palabras de Raúl Castro pronunciadas en su discurso del 24 de febrero, en las que  reconoce que los peores enemigos de la revolución han sido el desorden, la impunidad y la falta de coherencia.

Indirectamente admitieron el fracaso de la educación comunista en la formación de valores éticos. Cierto es que en  Cuba hay educación gratuita y accesible a todos, pero la educación formal se ha perdido. La falta y la escasez de todo nos ha quitado en ocasiones la nobleza.

En los ómnibus urbanos no hay gentileza, ni con la mujer ni con los ancianos. Luego de un agotador día de trabajo y dos horas esperando la guagua, sentarse es una proeza, y ceder el asiento un sacrificio de marca mayor.

La agresividad y la vulgarización del lenguaje prevalecen. La población en general utiliza el más vulgar y soez idioma callejero, y las groserías son parte intrínseca del vocabulario popular.

Nuestra sociedad se descompone y podríamos llegar a extremos. La insatisfacción e irreflexión de la población pueden incluso llevarnos a situaciones violentas, como las ocurridas en julio de 1994.

Un buen gobierno debe solucionar estos problemas con políticas sociales democráticas que produzcan transformaciones en la estructura de la sociedad. Los cambios que emprenden hoy las autoridades sólo benefician a pequeños sectores de la población.

Para erradicar estas adversas tendencias es necesario que mejoren las condiciones materiales  de vida del pueblo. El gobierno debe liberarnos de la opresión económica y social a que nos ha sometido por casi medio siglo y abandonar la costumbre de simplificar los grandes problemas que nos agobian.

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