7 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
..........................................................CRÓNICA
 

Primera página del rotograbado del Diario de la Marina del Viernes Santo, 15 de abril de 1960. Veintiséis días antes del asalto armado al edificio del Diario.

Primera página del rotograbado del Diario de la Marina del Viernes Santo, 15 de abril de 1960. Veintiséis días antes del asalto armado al edificio del Diario.

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Foto de la manifestaciones populares organizadas por el gobierno de Castro contra al Diario de la Marina.

Foto de la manifestaciones populares organizadas por el régimen de Castro contra al Diario de la Marina.

Fotos de los destrozos causados por las turbas que penetraron al edificio de Diario La Marina

Fotos de los destrozos causados por las turbas que penetraron al edificio de Diario La Marina.

Los linotipos del Diario de la Marina

Vista del Taller (linotipos) del Diario de la Marina antes de la Intervención.

Redacción del Diario antes de la intervención

Redacción del Diario antes de la Intervención.

El enfretamiento del Diario de la Marina contra el régimen castrista provocó que se agotara el periódico todos los días.

Fotos tomada del libro Contra Viento y Marea de José Ignacio Rivero.

Cuando enterraron la libertad de expresión

Oscar Mario González        

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - El 12 de mayo de 1960, al año y cinco meses del triunfo revolucionario caía, victima de los afanes y propósitos totalitarios, el decano de la prensa escrita  cubana, el Diario de la Marina.

Ese día, un reducido grupo de periodistas del diario y algunos de sus trabajadores ocuparon los talleres situados en el edificio de Prado y Teniente Rey seguidos de una turba fanatizada al grito de “paredón para los traidores”.  Su director, José Ignacio Rivero, se había refugiado el día anterior en una embajada.

La edición del siguiente día convocaba al  “entierro simbólico” del rotativo, que partiría desde el Capitolio Nacional hasta la escalinata universitaria. Una muchedumbre azuzada por la propaganda oficial escoltaba el féretro representativo del periódico al grito de “Paredón”, “Viva Fidel”, entre otras consignas. Desaparecía así, al conjuro de aquella multitud manipulada, el periódico más antiguo del habla castellana en su aniversario 128.


Al régimen recién instalado le resultó bastante fácil acabar con el Diario de la Marina a pesar de ser el más leído en Cuba y uno de las más importantes y prestigiosos del continente. Su historia y su actitud se prestaban a la manipulación y a la demagogia patriotero-populista.

Nació en 1832 como un órgano de divulgación de los intereses de España y en los albores de la gesta independentista pasó a ser dirigido por el asturiano Nicolás Rivero, quien le impregnó el sello conservador, católico e hispanófilo que siempre le caracterizó.

Como era de esperar durante la guerra de independencia apoyó a los españoles y se alegró de la muerte de Antonio Maceo. Ello era lógico tratándose de un periódico cuyo director y consejo de redacción estaba compuesto por españoles. Pero aún más, la simpatía hacia el poder colonial era por aquel entonces una opción política, no una monstruosidad como a veces se quiere mostrar. Pro españoles fueron los cubanos autonomistas y nadie duda del patriotismo de muchos de ellos. Cuba necesita limpiar, no sólo sus calles y el entorno, sino también su historia.

Ya en la república y durante la intervención norteamericana llamó a la reconciliación entre cubanos y españoles, lo cual le ganó simpatías y acrecentó su prestigio, en ascenso desde que favoreciera al gobierno autonomista implantado en Cuba a partir del 1ro. de enero de l898.

Durante la dirección de José Ignacio Rivero, hijo del difunto Nicolás, paso a editar un suplemento vanguardista con el propósito de renovar las artes y las letras cubanas.
Fue precisamente en el Diario de la Marina, aunque resulte contradictorio,  donde el lector criollo supo de autores soviéticos y de intelectuales izquierdistas famosos. En sus páginas escribieron connotados comunistas cubanos como Rubén Martínez Villena y Juan Marinello. Otros de la talla de Jorge Mañach y Ramiro Guerra encontrarían un espacio de expresión sin otro compromiso que no fuera comunicar ideas y propósitos. Aquí el entonces joven poeta camagüeyano, Nicolás Guillen, se hizo famoso con su colección de poemas “Motivos del Son”, por lo que la poesía llamada “negrista” tiene una deuda de gratitud con el defenestrado rotativo.

A diferencia de otros diarios de la república, siempre fue fiel a su posición conservadora; no conoció desviaciones oportunistas; no se plegó a las dictaduras de Gerardo Machado ni de Fulgencio Batista; no fue una publicación sensacionalita ni adicta a la crónica roja o a los chismes de sociedad. Tenía un estilo sobrio de decir que nunca apelaba al epíteto degradante o a la descalificación individual; armas con las que los comunistas le asestaron un golpe tan letal como alevoso.

Pudiera reprochársele a la dirección del periódico sus simpatías por el fascismo cuando aún no aparecía manchado por sus crímenes; pero, cuántos pueden, al respecto. lanzar la primera piedra? Recuérdese que para no pocos las figuras de Hitler y Mossolini, al inicio de sus carreras, concitaban simpatías ante el supuesto “desorden” y “anarquía” del sistema democrático.

Lo verdaderamente irónico es que los jueces más acérrimos hayan sido y sean, precisamente, aquellos que glorificaban y adoraban a Stalin y a la Unión Soviética y aún los siguen adorando, aunque en silencio.

 

 

 

 
 
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