5 de mayo de 2008       VOLVER AL INICIO
 
 

¿A dónde llegarán las reformas de Raúl Castro?

• Cuba podría resultar más parecida a Corea del Norte que a China o Vietnam
• Las conversaciones en las calles revelan inconformidad

Por Marc Lacey - The New York Times - Diario Las Américas

LA HABANA - ¿Acaso es posible que una cazuela para hacer arroz sea revolucionaria? Ahí estaban, apiladas una encima de otra: arroceras chinas vendiéndose por 70 dólares cada una. Junto a ellas, delgados reproductores de formato DVD. A lo largo de la bien abastecida tienda de aparatos electrónicos había computadoras y televisores, así como otros electrodomésticos que el gobernante Raúl Castro ordenó que se pusieran a disposición de los cubanos ordinarios mediante decreto, o cuando menos a quienes pudieran costearlos.

Desde que finalmente reemplazó a su enfermo hermano Fidel, de 81 años de edad, en el mes de febrero, Raúl, de 76 años, quien apareció ante cientos de miles de cubanos en un mitin con motivo del Día del Trabajo el jueves, ha estado ocupado con una andanada de cambios. En las últimas ocho semanas, también ha abierto acceso a teléfonos celulares, levantó la prohibición que impedía a los cubanos hospedarse en hoteles de turistas y otorgó a los agricultores el derecho a trabajar tierra ociosa con fines lucrativos.

Hay más en el horizonte, afirman funcionarios gubernamentales, como el relajamiento de las restricciones que pesan sobre los viajes al extranjero, la posibilidad de permitirles a los cubanos la compra-venta de sus propios automóviles y quizá, hasta de sus hogares.

Cada uno de estos cambios pudiera ser microscópico si se contrastan con los enormes problemas que Cuba enfrenta. Pero, tomados en conjunto, están sacudiendo a la estoica isla atrapada en el tiempo.

Nadie sabe con certeza el grado hasta el cual Castro está dispuesto a cambiar el país que su hermano le dejó y qué, si es que lo hay, está usando como guía. Los esfuerzos de Mijáil Gorbáchov con miras a revigorizar el débil sistema soviético dieron paso a su caída y al abandono de Cuba. Resulta más inspiradora la mezcla de consumismo y política autoritaria y pragmática que desató el crecimiento y reforzó el mandato del Partido Comunista en China y Vietnam.

Actualmente, China es el segundo mayor socio de comercio para Cuba, en tanto Vietnam es uno de los primeros países que Castro visitará, con base en las propias palabras del mandatario, aunque aún no se ha precisado la fecha.

Los presidentes de ambos países estuvieron de visita en la isla el año pasado y sostuvieron sesiones exclusivas con ambos hermanos Castro. Analistas de Cuba dicen que Raúl Castro, habiendo sido el ministro de la Defensa por largo tiempo, mantuvo vínculos con las fuerzas armadas de ambos países y tiene asesores cercanos que conocen bien estos países.

“Este es el modelo asiático”, afirmó Robert Pastor, catedrático de relaciones internacionales por la Universidad Americana. “De cualquier forma, las señales que él ha enviado son tan tenues y tentativas que no es claro, ni en lo más mínimo, hacia dónde busca llevar a Cuba o hacia dónde avanzará Cuba”.

Marifeli Pérez-Stable, la vicepresidenta de gobierno democrático del Diálogo Interamericano, grupo de análisis estratégico, dijo: “nunca va a decirlo. Ni siquiera estoy segura que él lo sepa. Sin embargo, está siguiendo a China, e incluso más a Vietnam”, lo cual significa que Castro se estaba ciñendo a un enfoque más pausado Al igual que en dichos países, la libertad económica es una cosa, y otra muy diferente la libertad política. Con respecto a esta última, el gobierno cubano ha dado toda indicación en cuanto a su intención de mantener las cosas como están.

Los primeros cambios experimentales de Castro ya expusieron por completo una incómoda realidad, con potencial desestabilizador, en un país que durante 50 años ha sido gobernado como uno de los sistemas socialistas más rígidos en el mundo: el hecho de que algunos cubanos tienen mejores condiciones de vida, sea debido a las remesas de sus parientes en el extranjero, vínculos con la clase gobernante o empresas ilegales que les producen ingresos adicionales.

Por ahora, todo parece indicar que su gobierno está dispuesto a aceptar esas disparidades, tolerando la noción de diferencias de clase al tiempo que sigue ciñéndose a una visión cubana del socialismo que incluye subsidios a la comida y cuidado de salud para todos, dicen partidarios de Castro en el gobierno.

Otro interrogante pendiente gira en torno a saber si a este enfoque satisfará o no a los cubanos, quienes rápidamente se están volviendo más conscientes de su relativa privación de consumo. Una máquina para hacer arroz, por sí sola, cuesta más de tres meses de sueldo promedio otorgado por el Estado aquí. Las conversaciones en las calles, lejos de las filas de gente que compra lo que apenas está a su disposición, revelan inconformidad.

Javier, programador de computadoras, de 25 años de edad, ya se decidió con respecto a marcharse de Cuba tan pronto como pueda, con rumbo a California. “Por favor, estos cambios solamente favorecen a una diminuta parte de la población”, dijo, sentado sobre el muro costero de La Habana, con la mirada clavada en el océano.

“Nosotros, que nos levantamos temprano cada mañana para tomar el autobús, nosotros, que nos hemos sacrificado, no podemos darnos el lujo de todo esto”, agregó. “Me encantaría ir a un lujoso hotel con mi novia a pasar una o dos noches. Pero, vamos, sencillamente no puedo. No podría costearlo, ni siquiera en sueños”.

Incluso para quienes sí pueden, es un viaje a otro mundo que prácticamente estaba vedado apenas unas cuantas semanas atrás.

“Siempre han existido clases diferentes, pero ahora son más visibles”, explicó Mara Ileana Faguaga, antropóloga que vive en La Habana y estudia en la agobiada población negra de Cuba. “Ahora, sólo hace falta ver quién lleva un teléfono celular”.

El modelo de Castro, lo que el diario controlado por el estado ha denominado “más socialismo perfecto”, al parecer equivale a una Cuba con mayor correlación entre el trabajo que uno pone y la recompensa resultante.

Una de las acciones de mayor alcance por parte de Castro pudiera ser su anuncio relativo a darles a los agricultores el derecho a manejar tierra ociosa con fines lucrativos. Cuba gastó 1,400 millones de dólares el año en importaciones de comida, y, como consecuencia de los aumentos en los precios de alimentos, gastará 1,900 millones de dólares este año para obtener 20 por ciento menos de comida, lo cual ha sido calificado por funcionarios como una situación insostenible.

Con la eliminación de la añeja práctica relativa a dictar las decisiones de plantación desde La Habana, el gobierno permitirá mayor control de las localidades, informan funcionarios, y quizá alimento cultivado en casa.

¿Y qué ocurrirá a quienes no son agricultores? ¿Estaría Castro dispuesto a expandir el experimento de su hermano mayor, permitiendo algunos restaurantes y posadas operados por particulares? ¿Y qué hay de permitir talleres mecánicos, peluqueras y tutores particulares, todo lo cual existe actualmente en Cuba, pero de manera furtiva?

Washington ha descartado las medidas por considerar que no logran cubrir el tipo de cambios estructurales que se necesitan en Cuba. “Yo considero un poco triste que después de 49 años de carencias, sufrimiento y represión, el pueblo ahora tenga autorización para comprar una arrocera”, dijo Carlos Gutiérrez, el secretario de Comercio, cuya familia huyó de La Habana en 1960, cuando él tenía seis años. “Nuestra interpretación es que estamos hablando de maniobras tácticas diseñadas para ganar un poco de tiempo”.

De hecho, cuando se trata de verdaderamente relajar el control de la elite política sobre el poder, Castro no ha cedido mucho terreno. Ha prometido a los cubanos ordinarios que digan la verdad con sus críticas sobre la forma en que funcionan las cosas, aunque insiste en que la manera apropiada de hacerlo es a través de canales del Partido Comunista.

Cuando un grupo de mujeres cuyos parientes habían sido encarcelados efectuó una manifestación afuera de la oficina de Castro en fecha reciente, un equipo de agentes del sexo femenino, con expresión severa, llegó para arrastrar fuera de ahí a unas mujeres denominadas Damas de blanco.

Cuando las dificultades son mayores, se exigirá más orden y disciplina”, declaró Castro hace poco ante líderes del partido, anunciando que convocaría al primer Congreso del partido en una docena de años en la segunda mitad de 2009. “Para eso, es vital el fortalecimiento de las instituciones”.

Castro revocó las condenas a muerte de un número indeterminado de prisioneros en esta semana, pero la acción fue descartada por activistas, quienes consideraron que era una iniciativa a medias enfocada a ponerle fin a la persecución de personas que se expresan en contra del gobierno.

“¿Es posible para Raúl Castro avanzar más allá del culto a la personalidad de su hermano Fidel, quien está al mismo nivel de Mao?” preguntó Michael Green, ex especialista en Asia de la administración Bush que pertenece actualmente al Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, en Washington.

Cuba podría resultar más parecida a Corea del Norte, dijo Green, la cual emprendió reformas orientadas al mercado en 2002, mismas que generaron pocos cambios en las sombrías condiciones allá.

De la misma forma, en Cuba aún prevalece mucha ansiedad. Una mujer que solamente dijo llamarse Iris había comprado un teléfono Nokia con la ayuda de su novio italiano, pero ahora no tiene dinero para comprar tarjetas de tiempo aire. Cuando efectivamente lo tiene, se siente culpable al pensar que podría destinar el dinero a la alimentación de su hijo. Lo que ella quiere incluso más que cualquier artículo de consumo es un empleo bien remunerado que le permitiera costearlas, dijo.

 

 

 

 

 
 
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