26 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Buzos y basureros 

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La Habana se levanto sorprendida por una nueva razia. En esta ocasión no era contra los opositores pacíficos, intelectuales liberales, religiosos, o contra los homosexuales, sino contra los “buzos”, hombres y mujeres que hurgan en los basureros para sobrevivir.

Las cifras de detenciones  las presentaron sin pudor los periódicos del día, emulando con los libros 1984, de Orwell y Farenheit 451, de Bradbury, en una operación que huele a higienización social.

Desclasados, alcohólicos, son algunos de los adjetivos oficiales esgrimidos contra los buzos. Apestan y son mal vistos por una sociedad que, acostumbrada a la ley del más fuerte, perdió la capacidad de compasión con el menesteroso o la solidaridad con el débil.

Los basureros disidentes provienen de las provincias aledañas y de los barrios periféricos de la ciudad;  no tienen casa y hurgan a cualquier hora en los latones de basura.  Los más diligentes desandan el Vedado, Centro Habana, Habana Vieja, Miramar o donde quiera que haya una tienda que venda en divisas. En esos lugares, pueden encontrar materias primas, comida o hasta restos de alguna cervecita caliente.

Las labores de higienización en la capital cubana son cubiertas por los departamentos de servicios comunales, a niveles municipal y provincial.  La empresa emblemática de estas organizaciones se denomina Aurora.  Ella es la encargada de la limpieza en los municipios con mayor presencia de moneda convertible: Plaza de la Revolución y Playa.

Como en la mayoría de las empresas estatales, los trabajadores de servicios comunales reciben un pago miserable y sus condiciones de trabajo distan de ser óptimas.  Por ello, la calidad de su trabajo es insatisfactoria. 

Es en ese punto donde entran nuevamente los buzos, con sus características, más competitivas, por ejemplo: rivalizan directamente en la recogida de productos reciclables como cartones, latas o pomos de pvc o cristal, con las empresas estatales de higienización y reciclaje. Además, desarrollan mecanismos de solidaridad, apoyo y colaboración entre ellos.

Ese es el momento climático de los buzos, quienes limpian las calles de todo lo que pueda ser reciclable.  La cosecha es llevada a puntos en la ciudad donde se recogen “materias primas”, eufemismo para designar los materiales que pueden ser reprocesados.  El trabajo se paga en productos, nunca en dinero.  El más común son las botellas de refresco de cola de 1.5 litros.  Los buzos se encargaran de revender a 20 pesos cubanos.  Este último precio es aproximadamente la mitad del monto en las tiendas de divisa.

Una mirada al interior de estos hombres y mujeres, nos enseña que se autodefinen como trabajadores y honrados, emprendedores e independientes.  Rechazan a los ladrones y a los mendigos, por considerarlos tramposos y cobardes.  Culpan al gobierno de su desastrosa vida.

 

 

 

 
 
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