17 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Los históricos

Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Los históricos han sido la incuestionable jefatura de Cuba durante cincuenta años. Entre todos componen un listado que con letra estándar no llenarían la palma de la mano de un individuo corriente. Ellos son: Raúl Castro, Juan Almeida, Ramiro Valdez, Guillermo García y algún que otro comandante de la revolución, dirigidos por el histórico en jefe, Fidel.

Cuando los rebeldes derrocaron a la dictadura de Fulgencio Bastista (1952-1959), estaba muy lejos del objetivo popular, que se impusiera en la Isla un régimen siete veces más largo, y mucho menos que se suplantaran aquellos apoderados batistianos por otra flamante élite: la de los históricos fidelistas.

Histórico es un asaltante al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, la madrugada del 26 de julio de 1953; expedicionario del yate Granma en diciembre de 1956 y secuaz de cualquier aventura fidelista de trascendencia nacional o internacional.

Pero sólo eso no basta. La obligatoria exigencia para integrar la lista de los históricos es el estar vivo, pues los muertos que reúnen los otros requerimientos son héroes o mártires de la revolución, como los que reposan en los panteones para “caídos en cumplimiento del deber”. Está también la lista de los “traidores a la patria”, integrada por los que acabaron frente al paredón de fusilamiento y los que se vieron forzados a tomar el camino del exilio después de una patibularia prisión.

Los históricos que han llegado hasta estos días de finales del juego revolucionario no se detuvieron ante ningún escollo moral o sentimental. En su carrera por el galardón de históricos, ya sea por oportunismo o por miedo a la soberbia de su jefe, jamás han tenido límites.

El origen mistificado del concepto Los históricos, nos llega inconexo e inexacto al presente, ello sin mencionar el antagónico trecho existente entre lo que se divulga y lo que se esconde de sus vidas privadas. Se comenta que el matrimonio de Raúl Castro con Vilma Espín fue declarado por Fidel, décadas después de su triunfo y en medio de un conflicto matrimonial de la pareja, como matrimonio histórico, imposibilitando el derecho al divorcio de su hermano y su cuñada.

Los históricos no se fían de las instituciones que instauraron. Una prueba de ello es que jamás se les ve resolviendo problemas en lugares públicos. Saben que dichas instituciones no funcionan, y si funcionaran se les derrumbaría su dictadura. Poseen la llave de la Caja de Pandora, no para conservarla cerrada, sino para que nadie la pueda cerrar.

De Los históricos se divulgan los méritos y los reconocimientos que ostentan, principalmente el de Héroe de la República de Cuba, pero se esconden celosamente sus fortunas personales y la buena vida que han disfrutado desde hace medio siglo como regentes de toda una nación arruinada.

Más que a trabajar, vinieron a la vida a divertirse. Los subsidios en vivienda, alimentos, combustible, bienes y servicios de todo tipo y confort que perciben ellos y sus familias, pudieran superar a lo que reciben todos los ancianos de un municipio cubano, teniendo en cuenta que la ayuda y atención que el estado da a los ancianos comunes y corrientes que han trabajado toda su vida es tan limitada que los condena a vivir en la más absoluta miseria.

Lo peor de todo es que nuestros históricos padecen de una genética indisposición hacía la democracia. Les horripila cualquier reclamo popular que melle el control que ellos mantienen sobre todo, y entonces cierran filas. Aunque aparentemente se auto perciben como indestructibles figuritas de bronce en la historia, intuyen que su perpetuidad es imposible, y que a pesar de los grados militares, las condecoraciones  y los poderosos puestos que detentan, el tiempo, implacable, los está liquidando.

 

 

 

 
 
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