16 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

De paso por el Calixto
 
Darsi Ferrer

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Por estos tiempos no es aconsejable someterse a intervenciones quirúrgicas en el hospital Calixto García, hace unas décadas institución insignia del sistema de salud cubano. En el Calixto reciben atención médica los pobladores del municipio Plaza, de la capital habanera.

El departamento central de cirugía del hospital tiene siete salones en los que se programan de 3 a 5 casos por día. En ellos sólo disponen de un juego de tijeras por salón para las operaciones. Desde hace años no hay cloruro de benzanconio (solución antiséptica), y las tijeras sucias las enjuagan en agua con alcohol; luego se saltan el paso de esterilizarlas en la autoclave por 45 minutos, y las vuelven a utilizar en el paciente que continúa en el turno operatorio.

Los profesionales se quejan de la suciedad en los salones. El personal de limpieza es insuficiente y se acumula la basura, hasta desperdicios contaminados con gérmenes altamente infecciosos. No se recuerda cuando fue la última higienización que se realizó con productos químicos en los locales.

Los trabajadores de los salones incumplen las normas técnicas elementales de asepsia y antisepsia: entran en las áreas estériles con prendas y ropas de calle debajo de los piyamas, sin cubrir el cabello adecuadamente con los gorros. En no pocas ocasiones escasean los cepillos y jabones para el lavado de las manos.

Los pacientes se encuentran en la situación de que a veces no hay sábanas en las salas de pre y post operatorio. A las enfermeras se les hace difícil evitar que los enfermos permanezcan desnudos delante de todos. A los operados les colocan una ampolleta de inyecciones en el extremo de las sondas uretrales a falta de bolsas colectoras de orina. Cada cierto tiempo las quitan y vacían el contenido en un frasco de suero vacío.

En el mes de abril un paciente al que sometieron a un vaciamiento ocular adquirió una infección durante la operación que casi le cuesta la vida. Por las relaciones de su familia, el caso tomó connotación y los directivos del hospital ordenaron una investigación. La conclusión de los epidemiólogos fue que el instrumental que analizaron estaba contaminado con gérmenes patógenos.

Baby Lorent, popular cantante de reguetón, pagó por debajo de la mesa para que atendieran adecuadamente a su pareja. A ella le realizaron un implante de mama y a los pocos días hubo que retirárselo de urgencia por las graves complicaciones de la infección que contrajo durante la intervención.

 Al personal del departamento de cirugía estética lo apodan “los mafiosos”. Las agotadoras trabas para que un paciente logre ser sometido a una operación de cirugía estética desaparecen cuando aparecen los ofrecimientos de pagar con dólares por la izquierda.
 
El cirujano Millares es considerado un bicho raro por sus colegas. Encuentran irracional que él no abandone de una vez sus continuas protestas exigiendo que se cumplan con rigor las normas reglamentadas para el trabajo en los salones.
 
La situación del Calixto García representa la realidad de la mayoría de los centros médicos del país. Entre otras razones, esto se debe a la frustración de los trabajadores de la salud por la falta de perspectivas de progreso, lo que los desmotiva e insensibiliza. A ello se suma la ausencia en la legislación vigente de mecanismos de indemnización a los pacientes víctimas de negligencias médicas.


 

 

 
 
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