25 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

¿Cómo va el humor cubano?

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Si alguien pregunta cómo va el humor  en Cuba, la  mejor respuesta en buen cubano es: Bien… para el tiempo.

El recién finalizado festival Aquelarre, en La Habana, fue una muestra de que la larga mala racha  no ha podido acabar con la capacidad de nuestros artistas para hacernos reír. Sólo que lo hacen según las circunstancias. El humor también se parece a su época.

En la edición de este año de Aquelarre participaron algunos de los mejores humoristas del país: Carlos Gonzalvo (Mente de Pollo), Octavio Rodríguez (Churrisco), Orlando Manrufo (Mariconchi), los grupos Pagola La Paga, Los Favi, Humore Mío y el dúo Cari-Care, entre otros.

En el festival hubo sátira, mímica, doble sentido, guarachas, parodias, crítica social y humor inteligente. Pero también, desafortunadamente, hubo mal gusto, groserías, chabacanerías. A todo eso le llaman ahora “dar cuero”. Es el nuevo pretexto de los artistas de menos talento para arrancar risotadas que no requieran pensar.

En la gala de clausura, Los Favi  lograron las carcajadas a costa de burlarse de los negros, los gays y los impedidos físicos. Se sacudieron la tiranía mundial y posmoderna de “lo políticamente correcto”. De paso, alegre e irresponsablemente, brincaron por encima de la decencia y el respeto al público. ¡Vaya hazaña!

Fue sólo una mancha en Aquelarre. En el festival, por suerte, fueron más los artistas verdaderos que los bufones que se divierten a costa de “prietos, palestinos, pájaros, cojos y mongos”.

A pesar de los pocos programas televisivos cómicos, de los censores de seño funerario y de los centros nocturnos con precios inaccesibles, no va mal el humor en Cuba. Pudiera ir mucho mejor, pero en otras circunstancias.

Los tiempos de crisis no  son buenos para chistes. Excepto entre los cubanos, que nos reímos de todo. Hasta (y principalmente) de las cosas que más nos duelen, ya sean “los tarros” o el desgobierno.

Las dictaduras no se caracterizan por su sentido del humor. Ni siquiera cuando anuncian que tienen intenciones de empezar a cambiar. Tal vez ese motivo, entre otros, no se escucharon en Aquelarre los chistes de Pepito.

 

 

 

 
 
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