24 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

¿Reforma o contrarreforma? (I)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Cuando el General Raúl Castro asumió el poder provisional a finales de julio de 2006, no pocos analistas nacionales e internacionales, al tanto de sus características personales y de la grave situación en que recibía el país, pensaron en la probabilidad del inicio de cambios económicos en Cuba.
El más joven de los Castro, a quien se atribuye pragmatismo, métodos de trabajo colectivo, planificación de los  objetivos a alcanzar y, como él ha dicho en varias oportunidades  “medir dos veces antes de cortar, inspiraba un optimismo cauteloso.

A esas expectativas originadas inicialmente se sumaron criterios vertidos en sus escasos y breves discursos, sobre todo el pronunciado el 26 de julio de 2007, donde se refirió con crudeza y realismo a los problemas existentes. Llegó a reconocer que los salarios percibidos por los trabajadores cubanos son insuficientes, el estado catastrófico de la agricultura cubana con la mayoría de las tierras cultivables llenas de malezas, así como anunció la posibilidad de realizar cambios estructurales y de conceptos.

Ese discurso, luego de discutirse ampliamente en todo el país, concitó  esperanzas en amplios sectores sociales de que se realizarían cambios económicos, consistentes fundamentalmente en la liberación de las fuerzas productivas, factor indispensable para una  mejoría sustancial de las condiciones de vida de los cubanos. Al asumir efectivamente como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros el pasado 24 de febrero, con un discurso realista  admitió la existencia de prohibiciones absurdas, como él las calificara, que debían ser suprimidas. Manifestación que fortaleció  las esperanzas de cambios.

Semanas después empezaron a tomarse medidas, que sin ser de gran calado, como la venta a la población de teléfonos celulares, computadoras y otros efectos electrodomésticos, así como el levantamiento de la prohibición a los cubanos para alojarse en los hoteles, hasta ese momento destinados únicamente a los turistas (todo mediante pago en pesos convertibles), estimularon el crecimiento de las expectativas al ser interpretadas estas medidas como la antesala de reformas más importantes.

De hecho, algunos dirigentes expresaron a la prensa que pronto se entregarían masivamente tierras en usufructo a quienes las desearan cultivar. Mientras personalidades muy cercanas al entorno de Raúl Castro se pronunciaron abiertamente sobre la aplicación de medidas para facilitar  la salida de los cubanos al exterior y su posterior regreso, entre otros pasos que hicieran algo más llevadera la vida de la población.

Lamentablemente, todos los cambios se han paralizado desde hace semanas y prácticamente la prensa dejó de hablar sobre las eventuales reformas.  Por el contrario, se ha iniciado un proceso de persecución contra las personas vinculadas al sector emergente de la economía, que obligadas por las circunstancias actúan al margen de la legalidad impuesta por el gobierno.   Asimismo, está en vigor una fuerte campaña contra las llamadas indisciplinas sociales, que realmente han crecido últimamente, y se intenta fortalecer el sentimiento sobre el peligro del  enemigo externo y sus supuestos agentes nacionales.

 

 

 

 
 
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