23 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

El presente verano

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Una mirada hacia el acontecer nacional a medio camino de este verano de 2008 nos muestra la  misma imagen del año anterior por igual tiempo.

Parece como si en Cuba nada cambiara y todo se moviera al compás de idéntica rutina.

Como se ha venido haciendo durante décadas las autoridades implementaron un conjunto de actividades tendientes a mantener entretenida a la población. La gente por estos días de calor, salitre y descargas eléctricas, colma las calles, parques y avenidas en pos del entretenimiento. Además, se impone  liberar algún espacio en el cuarto o la barbacoa ahora abarrotados con los muchachos y los mayores, disfrutando ambos de vacaciones.

La televisión oferta su programa veraniego  concebido con un tanto menos de ideología así como con la apertura de un nuevo canal llamado “Multivisión”; destinado, según dicen, a programas  nacionales y extranjeros y que transmite de manera alterna con su homólogo “Ciudad Habana”. El raulismo sabe reconocer que hay mucho disgusto y que es mucho lo que penetra la televisión por cable. Ambas cosas pueden, combinadas, ser explosivas.

Pero las propuestas son más o menos las mismas y por tanto las posibilidades no se ven incrementadas. Para la capital, el Zoológico de 26 con la población de flamencos rosados disminuida en algún que otro ejemplar dado de baja por muerte natural o por haber ido a parar a la cazuela de alguien.

Los leones lucen más envejecidos y se muestran renuentes a complacer a los espectadores. Perezosos, indiferentes y con las patas abiertas, exhiben sus genitales a las decenas de espectadores que en pie y sudorosos sólo anhelan escuchar un rugido de sus bocazas.

Los monos se ríen con las monerías de los visitantes y el viejo gorila, superviviente del llamado período especial, por momentos recoge puñados de mierda del piso de la jaula para lanzárselos a la multitud que ríe y aparentemente se regocija con las ocurrencias del anciano antropoide.

Para los amantes del baile, las fiestas populares amenizadas por los grupos musicales de moda, incrementadas con la reinauguración del Salón Rosado de la Tropical. A estos actos públicos bailables no suelen concurrir muchos pobladores por temor a las frecuentes reyertas que en ellos se forman al influjo de la bebida barata.

El antiguo Coney Island, resucitado en su variante socialista de “La Isla de los Cocos” luego de dos décadas, resurge para enfrentar a una demanda muy por encima de sus posibilidades de oferta. Junto a su vecino el Acuario Nacional atraen a  gran cantidad de público infantil. Entre aparatos que giran y se deslizan, música, luz y colores; ante el rugido de las focas y las acrobacias acuáticas de los delfines, pequeños y mayores ríen hasta más no poder. Los menores quieren repetir el paseo lo más pronto posible. Los mayores tratan de convencerlos de la imposibilidad de los bolsillos.

El Zoológico Nacional, el Parque Lenin y Expocuba, están ubicados en la afueras de la ciudad; la transportación es un obstáculo mayor y también los gastos que no se corresponden en modo alguno con los salarios. Parece que los inspiradores de estos lugares creyeron que una generación futura con mayores ingresos se beneficiaría de ellos. Pero todo ha ido como el cangrejo, pa’tras y pa’tras.

Pero si estas son las ofertas para la población que coge su banderita para agitarla en la plaza y elabora la caldosa de los aniversarios de los Comités, otra bien distinta es la que se tiene para los disidentes y opositores. Para ellos la tranca que tranquiliza y sobre todo el calabozo putrefacto e infeccioso que no mata de un golpe sino poco a poco pero con una muerte tan lenta como inevitable. 

Este es el presente verano de 2008, casi idéntico al anterior y muy parecido al penúltimo. En poco diferente al de hace diez años o al  de los inicios del período especial. Todo un poco más viejo incluyendo a  la población, disminuida por los que han muerto, se han ido del país o están presos; categorías humanas que representan, todas juntas, a centenares de miles de cubanos. 

 

 

 

 
 
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